EUROPA contiene el aliento –o no tanto– ante la intrépida Meloni y los saludos fascistas de sus concejales. Un aroma a Mussolini ha vuelto de la milanesa Piazza Loreto hasta el centro de la política transalpina de 2022 pero este fascismo no es nuevo en este siglo. Es el que viene ejerciendo Salvini, en el Gobierno italiano desde hace años, para ahora alisar el camino a la única formación, Hermanos de Italia, que no entró en esa preciosura de Gobierno de unidad de Draghi. Son nuevos-viejos tiempos con la concentración de las derechas y la mano tendida al sancionable Orbán. En Bruselas ya suena una ópera.