SE viene dando de forma recurrente un fenómeno en el PP que roza lo paranormal, si en este partido algo fue normal alguna vez. En cuanto huele los resultados, no ya las mayorías, sus dirigentes son poseídos por el espíritu del circunloquio, las frases imposibles o el hábito de una gramática loca. Y detrás siempre Rajoy que creó esa escuela que estrenaron los hilillos de plastilina con la mayoría de Aznar hasta hacerse ventrílocuo de sí mismo en su etapa como gobernante y acabar poseyendo el cuerpo y alma de Núñez Feijóo. Su frase sobre la verdad y la mentira imita todos los ejemplos de los laberintos dialécticos a los que cualquier político puede aspirar. La escuela Rajoy, su centrismo, sus perífrasis y hasta sus barbas, como un saltimbanqui de la oratoria tienen de rehén al nuevo líder de Génova que en 30 segundos que pueden ser larguísimos, nos dejó una frase sobre la verdad que a Sócrates solo le hubiera producido envidia y de la mala. No la reproduzco por falta de espacio y para no marearme pero que te hablen así de raro y que siempre pase en el mismo partido u, obedece a una corriente académica muy pura o a que del mismo modo que había un gallego en la luna, todo gallego parece estar allí también. El partido retiró ayer el recurso para pedir la absolución de Bárcenas porque lo había presentado su abogado sin enterarse. El PP, no el abogado. Otro triple salto sin sentido. La certeza de ganar es una, la de la comunicación sigue siendo una rotonda.

susana.martin@deia.eus