Las criptomonedas son una montaña rusa y una aventura muy peligrosa verlas como refugio para el ahorro o la inversión. Los que compraron bitcoins en verano a 30.000 dólares y vendieron en diciembre a 67.000 han hecho negocio. Pero quienes entraron con el subidón, la moda y la publicidad pensando que era, como sostenía el actor Matt Damon, cosa de valientes, han perdido en cinco meses más de la mitad de su capital. El Salvador, el primer país que, de la mano del presidente Bukele, hizo del bitcoin el eje de su economía nacional, está en bancarrota. Sin economía productiva detrás, es un criptosuicidio.