HORA que parecíamos dispuestos a avanzar otro palmo hacia la igualdad de género, brota una remesa de orcos que harán del masculino el sexo débil. Son los que se sienten amenazados porque se cuestionan su propias capacidades en carreras de buena lid; los que tienen más razón por acogotar a gritos; los que reclaman más valor para su mediocridad por el hecho de poder golpear más fuerte contra la mesa. Son los que ven a una mujer tatuada y piensan en una puta, los que no digieren la derrota intelectual ante un argumento en femenino. Los que, de puro machos, nos denigran a los varones.