La Humanidad tiene la tara originaria de no ser consciente de las catástrofes humanitarias hasta que han pasado varios años. Mientras están ocurriendo las cosas, el género humano discurre por la vida como si no estuviera pasando nada. Una vez iniciado el recuento de víctimas, empiezan los rasgados de vestiduras, la reclamación de responsabilidades, los golpes de pecho. “La situación es insostenible, corremos el riesgo de vivir una tragedia”, decía ayer el psicólogo a bordo el Open Arms. El mundo, y muy en concreto Europa, sigue mareando la perdiz con juegos diplomáticos y florales. Luego vendrán las lamentaciones.