AYER, solo 24 horas después de haber acudido a su colegio electoral para votar en las elecciones europeas -todo un indicativo-, Theresa May anunciaba su renuncia como primera ministra el 7 de junio. La premier escenificó una lagrimilla, dio media vuelta y se adentró en el 10 de Downing Street. Pero nadie llorará por May. Su papelón ha sido dramático en estos tres años. Embarcada en el Brexit, su propio partido ha sido un nido de víboras. No digamos el resto. Y la UE tampoco le ha dado respiro. No llores por May, Gran Bretaña. Llora por ti.