CUANDO la escenografía parlamentaria se reduce a un copia-pega en los tonos todo resulta superficial e inapropiado. Ayer, en la Cámara de Gasteiz, una parlamentaria del PP se permitió calificar de “liberticida y chantajista” la ley de gratuidad del euskera y el improperio me recordó a Gabriel Rufián y a Josep Borrell la víspera. Luego, una parlamentaria de EH Bildu calificó el argumento anterior de “fascista” y yo volví a ver ahí al de ERC. Lo remató el portavoz del PP, muy ultrajado, tratando de desbordar la autoridad de la presidenta y ahí desconecté. Ese culebrón ya lo han dado.
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