El presidente ruso, Vladímir Putin, vuelve a cerrar la puerta a las negociaciones de paz con Kiev tras la incursión ucraniana que arrancó hace una semana en la región fronteriza rusa de Kursk, donde el Ejército ucraniano controla 28 localidades, y promete que los militares rusos expulsarán a las fuerzas enemigas.
“¿Pero de qué negociaciones se puede hablar ahora? ¿Con gente que bombardea sin distinción a civiles (...), que busca crear amenazas para las instalaciones nucleares?”, se preguntó Putin en una reunión especial sobre la situación en las zonas fronterizas transmitida por la televisión estatal.
El mandatario ruso señaló que el ataque ucraniano a Kursk “torna evidente por qué el régimen de Kiev rechazaba nuestras propuestas de volver a las negociaciones para una solución pacífica, así como las propuestas de los mediadores neutrales interesados”.
“Por lo visto, el enemigo cumple la voluntad de sus dueños occidentales con su ayuda, mientras Occidente lucha contra nosotros por medio de los ucranianos (...) y busca mejorar sus futuras posiciones de negociación”, añadió, al recalcar que “ya no hay nada de qué hablar” con Kiev.
Frenar el avance ruso
En la reunión con los jefes de Defensa y Seguridad y los gobernadores de las regiones fronterizas de Bélgorod, Briansk y Kursk, Putin vinculó la incursión ucraniana a un intento de frenar el avance ruso en el este y sur de Ucrania.
“Este tipo de acciones, sin lugar a dudas, persiguen un objetivo militar principal, detener el avance de nuestras tropas dirigido a la total liberación de las repúblicas populares de Lugansk y Donetsk y los territorios de Novorossia (Nueva Rusia)”, dijo.
Sin embargo, defendió que, al contrario, las fuerzas rusas “avanzan a todo lo largo de la línea del frente”.
“El ritmo de las operaciones ofensivas de las Fuerzas Armadas rusas, los voluntarios, los veteranos, no solo no se redujo, sino al contrario, se incrementó”, afirmó.
También cuestionó el pretendido efecto desmoralizador de esta incursión, que buscaba “sembrar la discordia en la sociedad rusa, amedrentar a la gente, desestabilizar la situación política interna”.
Sin embargo, la situación en las regiones fronterizas, y particularmente en Kursk, es extremadamente difícil, según confirmó el gobernador en funciones de esta región, Alexéi Smirnov.
Al cabo de una semana de que el Ministerio de Defensa ruso asegurase en notas y comunicados que “había impedido al enemigo adentrarse en territorio ruso”, las fuerzas ucranianas han avanzado a una profundidad de 12 kilómetros y el ancho del frente es de 40 kilómetros, reconoció. “Hay 28 localidades bajo control del enemigo” en las que residen unas 2.000 personas que no se sabe qué suerte han corrido, dijo.
Explicó que la principal dificultad de los enfrentamientos radica en que “no hay una línea clara del frente, no hay comprensión de dónde se encuentran las unidades” enemigas. Al cabo de siete días más de 121.000 personas han sido evacuadas y otras 60.000 esperan ser trasladadas en la región, donde según Smirnov, hay 12 civiles muertos.