El pionero 1400 echó a rodar la bola de nieve de SEAT. Cuatro años después de su estreno irrumpió en el mercado el 600, el popular y asequible utilitario que motorizó a la clase media que comenzaba a emerger. Casi de inmediato, se convirtió en el emblema de la casa y en un icono de la sociedad española en la segunda mitad del siglo pasado.

El 1400 y el 600 son los dos primeros integrantes de un libro de familia que, al cabo de los años, contiene 45 automóviles sucesivos. Si la postura del grupo Volkswagen no cambia, puede que no rellene más páginas. En cualquier caso, buena parte de esos coches están estrechamente vinculados a la trayectoria vital de muchas personas.

La marca conserva en sus instalaciones de la Zona Franca de Barcelona una valiosa colección de todas sus creaciones. Las atesora en un pabellón con la vieja pretensión de crear un museo abierto al público, proyecto que nunca termina de cuajar. Integran esa recopilación diversas unidades en perfecto estado de cada uno de los automóviles lanzados al mercado a lo largo de las últimas siete décadas.

Junto a los ejemplares de serie rescatados y conservados figuran otros tan singulares como el Panda papamóvil o el Toledo oficial de la Olimpiada del 92; los acompañan los coches de competición de la marca, así como distintos prototipos y transformaciones que no siempre vieron la luz. Es, en definitiva, una compilación de automóviles que repasa buena parte de la historia industrial hispana desde mitad del siglo pasado.