COCHES y motos de otras épocas, para algunos doradas, aparcarán en el BEC entre el viernes 10 y el domingo 12 de noviembre. La décima segunda edición de Retroclásica reabre su efímero garaje vintage para solaz de personas curiosas, nostálgicas o simplemente aficionadas a los vehículos añejos y singulares. La iniciativa permite echar una mirada al retrovisor para conocer de dónde venimos; también anima a preservar un patrimonio industrial y cultural hoy amenazado por una incipiente corriente de opinión proclive a satanizar el automóvil.

Ahora que los guionistas renuncian a seguir estirando el chicle de “Cuéntame…”, el BEC propone este bonus track a las almas propensas a la añoranza. Quienes se sitúan en el polo opuesto, y consideran que cualquier tiempo pasado sólo es pretérito imperfecto, encuentran en esta feria la posibilidad de constatar cómo y cuánto han mejorado –en casi todo– los vehículos de dos y cuatro ruedas.

Retroclásica también brinda una excelente oportunidad de descubrir (incluso de comprar, vender y pertrechar) algunos de los automóviles y las motocicletas que pusieron en marcha a las generaciones precedentes. “Mira, en este me saqué el carné de conducir”, “¡como el que tenían los aitites!”, “en uno así nos metíamos toda la familia”… Frases parecidas se repiten cada edición.

En la de este año, además de vehículos y exposiciones temáticas, el certamen ofrecerá el habitual escaparate con repuestos, accesorios y servicios relacionados con este peculiar coleccionismo. Consolidada como muestra de referencia dentro del calendario de convocatorias del motor, Retroclásica es cita obligada en la agenda de amantes y entendidos en ejemplares raros, unidades exclusivas y piezas de colección.