Limpiar un espejo puede parecer lo más sencillo del mundo. Le echas un poco de limpiador, pasas un trapo y listo. Pero todos sabemos lo que suele pasar: en cuanto terminas de limpiar, aparecen las marcas, las rayas y ese reflejo sucio que te obliga a repasar una y otra vez.

Lo cierto es que no se trata tanto de esfuerzo como de saber qué producto usar, qué paño elegir y cómo hacerlo bien, sin prisas y sin empapar el cristal. A menudo el problema está en los detalles. Usar demasiado líquido, dejar que se seque solo o limpiar con el trapo que usas para todo no suele acabar bien.

Qué usar y qué no

Hay productos específicos para limpiar cristales que funcionan muy bien, pero si prefieres algo más natural, la mezcla de agua con vinagre blanco va genial. A partes iguales, en un pulverizador. Sirve para quitar huellas, restos de cal o gotas secas sin dejar residuo. Es barato, rápido y no necesitas más.

Si el espejo tiene alguna mancha más difícil, como laca o pasta de dientes, puedes darle un toque con alcohol de limpieza usando un algodón o una esquina del paño. No hace falta frotar como si lijaras la superficie. Un poco y con suavidad es suficiente.

Lo que conviene evitar son los productos multiusos demasiado grasos o jabonosos, que parecen limpiar pero luego dejan una capa que se nota en cuanto se seca. Y si no te das cuenta en el momento, lo verás al día siguiente cuando entre el sol.

El trapo también importa

Aquí es donde mucha gente se equivoca. No sirve cualquier paño. Los de microfibra, bien limpios y secos, son los que mejor resultado dan. No dejan pelusas, no rayan y absorben bien. Si tienes uno solo para cristales, mejor.

Chica limpiando con un trapo y un pulverizador Freepik

También funciona el truco de toda la vida: papel de periódico arrugado. Parece antiguo, pero es eficaz. Deja el cristal muy limpio, sin marcas, y además es reciclable. Lo que no conviene usar es papel de cocina, que se deshace o suelta fibras, o trapos de algodón que ya hayas usado para otra cosa.

Cómo dejarlo sin rayas

Lo primero es no pasarte con el producto. Mucha gente moja el espejo entero y luego no da abasto para secarlo. Lo mejor es ir por partes. Rocías un poco, limpias, secas, y pasas a la siguiente zona. Así controlas mejor lo que estás haciendo y evitas que se te queden marcas por evaporación.

Cuando pases el paño, hazlo con movimientos suaves, sin apretar demasiado, y en líneas rectas o en círculos, como prefieras. Lo importante es no dejar que el líquido se seque solo. Si se evapora, deja restos. Por eso, justo después de limpiar, hay que secar con otro paño limpio o con el mismo, si tiene una parte seca. Si al final te queda alguna marca puntual, la repasas en seco y listo.

Otro detalle importante: mira el espejo desde distintos ángulos. De frente puede parecer limpio, pero si lo giras un poco o entra algo de luz, es cuando ves si de verdad está bien seco o no.

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Aunque parezca una tontería, el momento del día influye. No limpies el espejo con el sol dándole directamente. El calor del cristal o la evaporación rápida hace que el producto se seque antes de que te dé tiempo a secarlo tú. Lo mejor es hacerlo en un momento sin luz directa, con temperatura ambiente.