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Los comisarios políticos del Ejército Vasco: avanzamos los primeros, nos retiramos los últimos

La figura del comisario político es tan antigua como la Revolución Francesa y ha sido utilizada por distintos gobiernos para asegurar la fidelidad y ortodoxia de las unidades militares que tenía que supervisar

En imágenes: los comisarios políticos del Ejército Vasco

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El cine, la literatura, la prensa o los wargames nos han presentado a los comisarios políticos de diferentes maneras, desde el burócrata hacedor de héroes que no sabe empuñar un rifle (Enemigo a las puertas, Jean-Jacques Annaud, 2001) o al mando inflexible capaz de imponer orden con su sola presencia, temido de la misma manera por sus hombres como por sus enemigos.

En el Ejército Vasco, a partir de mayo de 1937, hubo más de 170 comisarios políticos, y ni fueron burócratas de partido ni oficiales inflexibles capaz de fusilar a los hombres que titubeasen ante el enemigo. A lo largo de este texto analizaremos cuáles eran sus funciones, y lo más importante de todo, contaremos la historia y el sacrificio de algunos de ellos en pos de una Euzkadi libre, antifascista y solidaria.

En el Ejército Republicano la figura del comisario se instauró en los primeros meses de la contienda, auspiciada por el Partido Comunista y Largo Caballero. En Euzkadi, el Lehendakari José Antonio Aguirre y los dirigentes del Partido Nacionalista Vasco no veían con buenos ojos dicha figura, al entenderla como un elemento innecesario, que provenía de Madrid y que conllevaba una fuerte carga ideológica. Los tiras y aflojas entre los mandos militares y políticos izquierdistas y nacionalistas vascos retrasaron la creación oficial en Euzkadi del Comisariado político hasta mediados de mayo de 1937, si bien los comisarios ya se hallaban en sus puestos desde el día 7 de dicho mes. El Comisariado General de Guerra de Euzkadi se creó oficialmente el 19 de mayo de 1937, cuando las tropas franquistas se aproximaban a la capital de Bizkaia y el Ejército Vasco se desangraba intentando detener la ofensiva fascista que los golpeaba por tierra, mar y, sobre todo, aire.

Las funciones de los comisarios y los nombramientos de estos fueron definidos a través del Diario Oficial del País Vasco. En el primer artículo se estipulaba que sería el consejero del Departamento de Defensa, José Antonio Aguirre, quien designaría a los comisarios generales, por lo que no serían nombrados por los mandos militares o desde Madrid. Una de las diferencias con el Ejército Republicano fue que en este se designó a un Comisario General, mientras que en Euzkadi fueron nombrados cinco, cada uno de ellos de una ideología política distinta, para que el mando o la autoridad no recayese exclusivamente en una organización política. Sus miembros fueron los siguientes: José María Lasarte Arana, diputado por Gipuzkoa del PNV en Madrid y de 25 años; Luis Ruiz de Aguirre, alias Sancho de Beurko, por parte de ANV y de 28 años; Máximo Astiz Bandrés, miembro de la CNT, encargado de la Cooperativa Obrera de Sestao y también de 28 años; por parte del PSOE, Cecilio Egaña Icaza, de 39 años y fotógrafo, y, por último, Jesús Larrañaga Churruca, metalúrgico de 36 años y afiliado al PCE. Las fuerzas republicanas no tuvieron ningún miembro dentro del Comisariado General, y por ello, mostraron su disgusto y sus ganas de colaborar en dicha labor el 9 de junio de 1937.

Funciones

La función de estos comisarios generales era la de desarrollar, sobre el personal de todas las unidades militares, una constante influencia para consolidar la disciplina de partido, prestigiar a los mandos y lograr la compenetración entre todas las categorías militares, evitar pugnas entre milicianos de distinta procedencia política o sindical, y pasar revista a las unidades del Ejército.

Julian Tubet Sainz de Ojer. Comisario del Batallón Disciplinario. Pena de muerte, conmutada por la de cadena perpetua

También existieron comisarios en las grandes unidades, como divisiones, brigadas y batallones, cuyo cometido era el mismo que el de los comisarios generales. Eustasio Amilibia Machimbarrena (PCE) fue el comisario de la 1ª División; José Elorriaga Echevarria (PNV), de la 2ª; Vicente Lascurain Fernández (PSOE), de la 3ª; Víctor Lejarcegui Larrondo (PNV), de la 4ª; y, por último, Primitivo Rodríguez Jiménez, de la 5ª. Al menos existieron 19 comisarios de Brigadas, encontrándose entre ellos el histórico socialista Ramón Rubial Cavía. Hasta la fecha hemos localizado 108 comisarios de batallón y otros 53 comisarios de compañía, aunque suponemos que su número será más elevado.

La amplia mayoría de los comisarios políticos que fueron nombrados a lo largo de mayo de 1937 ya tenían una experiencia en combate o en gestionar personal, ya que habían ejercido como mandos de gudaris y milicianos o habían desempeñado algún cargo en alguna comisaría.

Podemos afirmar que no fueron hombres de segunda línea y que predicaban con el ejemplo, ya que al menos diez de ellos murieron en combate, siete de ellos en tierras vascas. Los dos primeros comisarios fallecieron antes de hacer el anuncio oficial de su creación. Manuel Gutiérrez Garulo, comisario del Batallón Octubre, cayó el 14 de mayo de 1937, en el Monte Jata, y el historiador Manuel Vargas Alonso, cuyas últimas palabras antes de cargar contra el enemigo fueron: “¡Adelante muchachos! ¡La libertad se conquista luchando! ¡Adelante!”. El mismo día también murió Fausto Espiña Bouzas, comisario del Batallón Salsamendi, en el monte Bizkargi. El 31 de mayo tanto el comisario del Karl Liebcknecht, Cecilio Lezameta Fernández, como el del Meabe nº 1, Gabriel Zuazo Elorriaga, lo hacían en el monte San Pedro; Juan Ibáñez Ayesa, del Dragones, murió el 3 de junio de 1937 en Peña Lemona; mientras que Artemio Echeberribar Cortijo del Batallón Guillermo Torrijos y Miguel Bilbao Olivares del Malatesta fallecieron en tierras cántabras. Otros tres comisarios fallecieron luchando tras haber evacuado el Frente Norte, por lo que su lucha no terminó en tierras vascas: Nicolás Rodríguez Barrueta, del CNT nº 4, cayó en Castellón en abril de 1938; Víctor Busteros Orobengoa, del UGT nº 11, en Tarragona en octubre, y Luis Aira Fernández, del Perezagua, en Martorell en noviembre de 1938.

La represión franquista afectó sobremanera a los comisarios políticos capturados en Bizkaia, Santoña y Laredo, o Asturias. Los fascistas los consideraron desde el primer momento como enemigos furibundos, altamente politizados y que habían desempeñado un importante cargo dentro de las filas del Ejército Vasco, por lo que sobre ellos recayeron multitud de penas de muerte. Este hecho fue previsto por muchos de los comisarios, que partieron al exilio antes de la capitulación de Santoña o la conquista de Santander y Asturias.

Condenas a muerte

Hasta la fecha hemos documentado que 26 comisarios fueron condenados a pena de muerte por los tribunales militares franquistas. Recordar que estos juicios carecieron de legitimidad legal y los juzgados no dispusieron de la más mínima garantía procesal. Estimamos que el número de condenas a muerte podría aumentar, ya que no se han podido consultar todavía todas las causas sumarias instruidas con ellos, que sobrepasan las 60.

Carta de despedida dirigida a José Gorroñategui. Firmada por José María Amadoz, comisario del Batallón San Andrés y en la que consta también José María Azcarraga Mozo ‘Lurgorri

Al menos nueve de ellos fueron fusilados entre 1937 y 1942: el 4 de octubre de 1937 fue asesinado Agustín Blanco Alonso, del UGT nº 13; once días después y también en Santander lo fue José Ibarbia Unzueta, del San Andrés, y entre el 14 y 16 de abril fueron fusilados en Bilbao otros cuatro comisarios: José Zabaco Tijero del UGT nº 3; José María Amadoz Aguinaga del San Andrés; José María Azcarraga Mozo Lurgorri, del Ariztimuño, y Pedro Barrondo Garay, del ANV nº 8 Azkatasuna. Esta semana fue especialmente trágica en Bilbao, ya que fueron fusiladas decenas de personas, muchas de ellas responsables o mandos militares, como los componentes del Estado Mayor del Ejército Vasco. El 26 de agosto de 1938 fue fusilado el comisario de la 5ª Brigada Valentín García Presa; el 15 de septiembre de 1941 lo sería Juan Fernández Gorroño, del CNT nº 1, y por último Jesús Larrañaga, comisario general capturado en Portugal tras su regreso del exilio, el 21 de enero de 1941.

A otros quince comisarios se les conmutó la pena de muerte por la de cadena perpetua, encontrando entre ellos a Julián Lazcano, del Sukarrieta; Elisardo Azpeitia Iturburuaga, del Batallón de Ingenieros nº 5; Julián Tubet Sainz de Ojer, del Disciplinario; Fidel Díaz Rodríguez, del Regimiento de Artillería; José Peña San Cristóbal, de la 12 ª Brigada; Leonardo Alonso Pérez, del ANV nº 1; Ramón Rubial, de la 15ª Brigada, o Gracián Iturrioz Lasa, del Itxarkundia.

Las memorias de José Ramón Olazabal Agunagalde, Crónicas y testimonios de la Guerra Civil en Euzkadi, publicadas en el Boletín de Estudios del Bidasoa en 2018, son imprescindibles para conocer en profundidad las competencias y la labor desarrollada por algunos comisarios políticos, como fue su caso al ser el comisario de la 11ª Brigada. También nos narra cómo Juan de Ajuriaguerra, responsable del BBB que se encontraba preso en El Dueso, le recomendó no decir su graduación: “quita todo el hierro que puedas sin perder la dignidad y, a poder ser, lo más escueto posible”. Todo mecanismo de defensa para reducir la condena era necesario, siempre sin rebajarse ante el enemigo o delatar a compañeros. Olazabal fue condenado a 20 años al pensar las autoridades que “únicamente había sido capitán de una compañía”.

Las pésimas condiciones de las prisiones franquistas, el frío, el hambre, las palizas o la política de dispersión practicada para quebrar al preso, a sus familias y las redes de solidaridad que se tejían entre ambos colectivos convirtió a estos espacios en lugares de muerte. José Vázquez Roche, comisario del Rosa Luxemburgo, falleció en la prisión de El Carmelo el 17 de marzo de 1939.

José María Larrañaga Churruca, Comisario General. Fusilado el 21/01/1942

Por último, también tenemos el caso de José Estornés Lasa, natural de Isaba y nacionalista, comisario del Simón Bolívar, que fue canjeado. La lectura de su libro Un Gudari navarro en los frentes de Euzkadi, Asturias y Cataluña es imprescindible para todo aquel que desee comprender y saber más sobre la Guerra Civil y la represión franquista.

Como hemos podido apreciar a través de estas líneas, los comisarios del Ejército Vasco fueron jóvenes con una gran vinculación política, que acataron las órdenes emanadas por sus superiores y que dieron ejemplo en sus unidades. Su elevado número de fallecidos en combate confirma nuestra afirmación de ser los primeros en avanzar, mientras que el elevado número de capturados y sentenciados reafirma que fueron los últimos en retirarse, siempre cumpliendo las órdenes de los superiores militares o políticos. No fueron ni burócratas enchufados en un cargo de segunda línea, ni agentes ultra ortodoxos que velaban por la pulcritud del régimen, sino jóvenes nacionalistas, izquierdistas, anarquistas o republicanos, que lucharon por una Euzkadi más libre, antifascista, justa y solidaria.

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EL AUTOR: Aritz Ipiña Bidaurrazaga

(Deusto, Bizkaia). Doctor en Historia por la UPV/EHU. Es profesor agregado del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la UPV/EHU. Miembro del grupo de investigación del Sistema Universitario Vasco Biography & Parliament. Ha publicado multitud de trabajos sobre la represión franquista, sobre los empleados municipales vascos y la Sanidad Militar de Euzkadi. Aritz.ipina@ehu.eus, por si cualquier lector o lectora pudiera aportar información sobre sus familiares pertenecientes a la Sanidad Militar o que fueran depurados por las autoridades franquistas.