EL 1 de abril de 1934 se celebró el Aberri Eguna por tercera vez en la historia. Aconteció en Gasteiz. El diario Euzkadi rezaba lo siguiente: “Más de 65.000 vascos en manifestación imponente, por el número, la organización y la disciplina, rinden homenaje a Euzkadi y a la memoria de Sabino Arana y Goiri”, fundador del PNV del que el día 25 se cumplen 119 años de su fallecimiento a los 38 años de edad aquejado de la enfermedad de Addison. 

Aquel Día de la Patria vasca, el PNV “trató de responder”, según valora el investigador Carlos Caballero Basáñez, “con un acto de masas a la política contraria al Estado de Autonomía de la derecha española capitaneada por Oriol”. En el mitin de Mendizorrotza dieron su discurso Esteban Isusi y los diputados Landaburu, Irujo, Monzón y Agirre.

Uno de los participantes en aquel día de la patria fue Antonio de Larramendi y Oregi, concejal del PNV en el Ayuntamiento de Abadiño. Al regreso a su hogar, el autobús que bajaba ya Urkiola rompió los frenos, lo que motivó que se accidentara. Aunque en un principio el edil parecía que estaba bien, acabó al día siguiente perdiendo la vida. Así lo recuerda el periódico Euzkadi y también lo ha heredado su familia, caso de su nieto José Antonio y su nuera, Mari Paz Elorriaga, quien contrajo matrimonio con José, único hijo varón del edil nacionalista. Fueron tres hermanas más: Benita, María Dolores y Miren.

El rotativo abertzale titulaba “Un trágico accidente” e informaba: “Vuelca un autocar en Mañaria al regresar de Gazteiz (sic) y resulta muerto el concejal patriota de Abadiano don Antonio de Larramendi. Dos heridos leves y uno de pronóstico reservado”.

El Euzkadi informó sobre el fallecimiento de este hombre de 40 años, al menos en tres ocasiones: los días 3, 4 y 29 de abril. El primero, incluyó la esquela de Larramendi en portada, y en la página séptima dio a conocer la noticia del accidente y fallecimiento, por el que los batzokis de Durango y Abadiño, así como Juventud Vasca de Bilbao y otras entidades nacionalistas, “pusieron sus banderas a media asta en señal de duelo”. El diario calificaba al abadiñarra como “ferviente nacionalista”. Sus familiares asienten al respecto. “Aquí en el barrio de Urizar, que decimos Uxar, era el único nacionalista vasco. El resto eran carlistas”, manifiestan Mari Paz y José Antonio y van más allá en sus recuerdos: “De hecho, en casa siempre se ha dicho que era patriota. Porque murió antes de la Guerra Civil que, si no, siendo como era, le hubieran matado”.

El 4 de abril de 1934, el rotativo abertzale recogió con fotografía el funeral por Larramendi oficiado en la parroquia de Abadiño bajo el título El patriota muerto en Mañaria, “la nota dolorosa del día de la Patria”, difundía. La imagen mostraba el paso de la comitiva fúnebre bajo la ikurriña a media asta del batzoki de la anteiglesia vizcaina. “Con asistencia de las autoridades del PNV que presidieron y un gran contingente de patriotas, se verificó ayer en Abadiño el entierro del abertzale Antonio de Larramendi”.

Arroparon a la familia los históricos Esteban de Isusi, Heliodoro de la Torre, Manuel Robles, Francisco Javier Landaburu o Luis Arbeloa. El alcalde local, Julián Irazola, no pudo acudir por enfermedad. Las exequias dieron comienzo a las once con oficio del “digno párroco de Abadiano, don Pedro de Atutxa”. “Pocas veces hemos escuchado una misa mejor interpretada, bajo la dirección de Jose María de Zarraonandia. Al órgano, don Ángel de Isasmendi”. Otra curiosidad de la noticia del día es que el periodista escribió que el cementerio de Abadiño, donde el coro local cantó el Réquiem Aeternam, “quizás sea el mejor cuidado de Euzkadi”.

Otra anécdota de la jornada fue que, tras el funeral, la corporación se reunió en el Consistorio y acordó por unanimidad hacerse cargo de sufragar los gastos del sepelio que ascendió a “200 pesetas”. Relacionado con dinero ocurrió otro dato. “Al dejar viuda de 34 años con cuatro hijos y un caserío por acabar de pagar con un 5% de intereses, entre familiares y personas del pueblo hicieron una colecta que llegó a las 23.000 pesetas que había costado en 1920. Y, según hemos sabido siempre en la familia, hasta les sobró dinero con lo bien que se portaron todos”, evocan.

Antonio de Larramendi y Oregi fue concejal de Abadiño por el PNV entre 1931 y 1934, como da a conocer a este periódico el alcalde del municipio actual, Mikel Garaizabal, apasionado de los temas históricos. “Salió concejal en las elecciones del 12 de abril de 1931, hace 83 años”, aporta junto a los recortes del suceso del diario Euzkadi. Antonio había nacido el 13 de junio de 1894, festividad de San Antonio. Trabajó en las labores del caserío Urizar y muy joven partió a Las Arenas a trabajar como carpintero a la Naval. Era dantzari del grupo de Abadiño y en su estancia fuera enseñó a bailar el ezpataridantza del Duranguesado a los de aquellas localidades. En aquellos días conoció a la que sería su esposa. “Es muy curioso lo que le pasó”, enfatiza Mari Paz. “Conoció a la que sería su mujer pasando el puente colgante de Portugalete. Resulta que era María Dolores Munitxa, una chica de un caserío de aquí cerca, Zubitarte, que estuvo sirviendo por allí. No se conocían hasta ese día e ir a ser allí... ¡Vaya casualidad!”, sonríe.

La pareja regresó a Abadiño a vivir, al caserío Urizar cuando un hermano de él, Clemente, falleció de una epidemia que atacaba a las personas con exceso de peso. “Hasta aquí solían venir dirigentes famosos del PNV a hablar con Antonio, un hombre que tenía fama de buen conversador y político avanzado a la época”, apostilla la familia. El periódico Euzkadi publicó el 29 de abril de 1934 que un día antes hubo una misa réquiem en recuerdo del patriota, “Larramendi’tar Andoni”, con el Libérame de Perosi interpretado por el coro de Abadiño. Se publicó que familias de la localidad habían donado en una segunda ronda 580,30 pesetas para los de Uxar.

La prensa recalcó otro “rasgo generoso”. “El digno Ayuntamiento de Abadiño, tan pronto supo la muerte del concejal nacionalista, se reunió en el salón de sesiones y acordó unánimemente hacer constar en el acta su sentimiento y sufragar los gastos del sepelio con 200 pesetas. Este rasgo tomado en consideración y aprobado por todos los ediles fue comentado favorablemente”.