Poderosa con el saque y letal con el revés, Garbiñe Muguruza alcanzó dos títulos de Grand Slam, el número 1 del mundo y un lugar de honor en la historia del tenis estatal. Sin embargo, su historia no acaba en los focos de los grandes estadios. Tras retirarse en 2024, la venezolana de adopción se lanzó de lleno a nuevos desafíos: conferencias de liderazgo, colaboraciones de moda, programas de análisis deportivo y causas sociales. Este reportaje (re)construye su trayectoria en seis capítulos que van de su niñez en Venezuela hasta su vida actual, donde la victoria se mide ya en impacto y legado.

1-Infancia y formación en Barcelona

Nacida el 8 de octubre de 1993 en Guatire, estado Miranda (Venezuela), Garbiñe Muguruza Blanco es hija de un vasco de Azkoitia y de una caraqueña. Creció entre raquetas y pasó las tardes de infancia recogiendo pelotas en el Club de Tenis Mampote, animada por sus hermanos mayores, Asier e Igor. La familia decidió mudarse a Barcelona cuando ella tenía seis años para que pudiera entrenar en la prestigiosa Bruguera Tennis Academy, fundada por Sergi Bruguera. El choque cultural y la exigencia de sus primeros entrenadores templaron su carácter y perfeccionaron un estilo que combinaría potencia y fiabilidad desde el primer día en que agarró la raqueta.

2-De Hobart al top 10

Tras destacar en el circuito júnior y adaptarse al alto nivel europeo, Muguruza dio su salto al profesionalismo en 2012. El punto de inflexión llegó en enero de 2014, cuando levantó su primer título en Hobart (Australia). La prensa especializada y sus rivales comenzaron a hablar de una jugadora con una de las mejores derechas del momento y un saque capaz de superar los 190 km/h. En Roland Garros de ese mismo año sorprendió al plantarse en cuartos de final, y en 2015 alcanzó la final de Wimbledon, lo que confirmó que el firmamento del tenis femenino contaba con una nueva gran figura.

3- Llega Roland Garros, Wimbledon y número 1 mundial

El año 2016 quedó grabado en su palmarés con la conquista de Roland Garros tras vencer en la final a Serena Williams, convirtiéndose en la segunda española en lograrlo. Doce meses después, la hierba de Wimbledon brilló con su nombre y selló su segundo Grand Slam al derrotar a Venus Williams. Esa temporada cerró además con el título de las WTA Finals en Guadalajara y, en octubre de 2017, alcanzó la codiciada posición de número 1 del mundo. Entre esos dos años reunió diez títulos individuales de alto nivel, convirtiéndose en la jugadora más dominante del circuito.

4- La cara B: lesiones y cambios de equipo

Pese a su éxito arrollador, Muguruza también sufrió reveses. Entre 2013 y 2014 afrontó una osteocondritis en el tobillo derecho que la obligó a una larga rehabilitación. Su capacidad de recuperación le valió para regresar con fuerza y seguir sumando victorias. Deportivamente, pasó de formarse con el español Alejo Mancisidor a trabajar con el francés Sam Sumyk, y desde finales de 2019 se nutre de la experiencia táctica de Conchita Martínez. Ella hizo virtud de estos cambios, y cada cambio de rumbo reforzó aspectos distintos de su juego: la base técnica, la fortaleza mental y la claridad estratégica para encarar momentos decisivos.

Roland Garros. Europa Press

5-Adiós a la competición, hola nuevos retos

Tras disputar su último partido en enero de 2023 en Melbourne, Muguruza anunció su retirada oficial en abril de 2024, a los treinta años. En un emotivo homenaje en la pista central de Madrid, amigos, familiares y excompañeras celebraron su legado. Pero lejos de desaparecer, la extenista activó un “segundo capítulo”. En junio de 2024 se incorporó como embajadora de Laureus Sport for Good, promueve el deporte como herramienta de crecimiento social y participa en foros de empoderamiento femenino, como Santander WomenNOW.

6-Más allá de la raqueta

Garbiñe Muguruza y Arthur Borges. Europa Press

El impacto de Muguruza hoy trasciende la pista. Mantiene colaboraciones con Adidas, Babolat, Rolex y BBVA, para quienes diseña colecciones cápsula que fusionan el estilo urbano y la herencia tenística. Sus redes sociales superan el millón de seguidores (casi nada) y la muestran preparando desde desayunos saludables hasta postres heredados de su madre, Scarlet. “Me gusta mucho Instagram, compartir otra faceta de mí porque la gente lo que ve es siempre torneos, y quizás soy más seria de lo que realmente soy fuera de la pista. Me gusta mostrar un poco de todo, lo que me gusta. Ser algo más que tenista, compartir cosas con mis fans y seguidores me gusta y me encanta hacerlo personalmente y genuinamente”, ha asegurado ella en alguna ocasión. Además, visita platós como comentarista invitada en Grand Slams, donde aporta la mirada de quien ha vivido la presión desde dentro y conecta con la audiencia gracias a su cercanía.

En octubre de 2024, Muguruza contrajo matrimonio en Marbella con el empresario finlandés Arthur Borges. La ceremonia, de corte íntimo, incluyó un menú en el que destacaron los dulces que la propia novia recuperó de las recetas familiares. Fuera de la agenda mediática, la pareja disfruta de escapadas a la costa, entrenamientos ligeros en pistas y momentos de calma en casa. Garbiñe vive en una casa unifamiliar frente al lago Leman, en Ginebra un refugio que ella reivindica como necesario tras años de giras y competiciones. Con dos Grand Slams, un número 1 mundial, once títulos WTA y una imagen resonante dentro y fuera de la pista. Aquella niña que recogía pelotas bajo el sol de Guatire se convirtió en una campeona global y, ahora, en una embajadora del deporte, la resiliencia y la solidaridad. Porque, como ella misma indica en su propio relato, “cada caída es una oportunidad para levantarse más fuerte”, y su mejor partido todavía está por jugar.