Juan Carlos Santamaría (Trapagaran, 1963) no es uno de esos adultos con 60 años o más que carece de competencias digitales. Muy al contrario, este hombre que cumple 61 años en junio y luce con orgullo su condición de bilbaino se mueve como pez en el agua en el mundo tecnológico. Hace poco anunció en su perfil de LinkedIn que lo habían contratado como profesor del Master en Big Data sanitario en la escuela de negocios especializada en tecnología ENIIT. En la red social dedicada a temas profesionales es donde Santamaría rompe esquemas y probablemente algún que otro récord: ahí le siguen sus pasos más de 28.000 personas, una cifra astronómica para los estándares de LinkedIn. “Cuando se habla del concepto influencer muchas veces se asocia a gente joven que se le da muy bien todo el aspecto digital o que hace vídeos divertidos”, explica.
Santamaría escapa del estereotipo que uno puede tener sobre streamers persuasivos con millones de fans en YouTube o veinteañeros y treintañeros influyentes. Además de una legión de seguidores interesados en sus publicaciones, acapara elogios y reconocimientos internacionales. En los últimos cinco años se ha convertido en un referente en su ámbito profesional: en 2020 el Financial Times lo nombró como uno de los 25 influencers más importantes de Europa en Twitter; al año siguiente fue galardonado con el premio a la Comunicación Colaborativa BBK Bizkaia Network; su nombre ha aparecido en varios listados de los perfiles más destacados de LinkedIn… “Es muy difícil conseguir todo esto cuando eres joven, porque no tienes el expertise de una materia concreta”, dice.
El inicio del idilio entre las redes sociales y el actual director de comunicación de Inithealth (Grupo Init) empezó en 2011. Fue el año en que entró a formar parte de esta empresa de Bilbao dedicada a dar “soluciones tecnológicas innovadoras orientadas al campo de la salud y el bienestar”. Santamaría se había pasado los 20 años anteriores en las líneas de negocio de las compañías de seguros. Su mundo era otro y las nuevas tecnologías no le interesaban lo más mínimo. Entonces, afirma, era “reacio” a las redes sociales. Por no tener, no tenía ni WhatsApp. Pero en Inithealth vieron en él “unas capacidades comerciales-sociales” y un conocimiento en el sector de los seguros que podían ser útiles. Reconoce que le tuvieron que “ayudar” para darse de alta en LinkedIn. Incluso en 2015 Santamaría no le veía sentido a que Inithealth tuviera un blog de empresa. “Yo les decía: ‘¿para qué demonios queremos un blog si ya sabemos cómo llegar a nuestros contactos?”.
Durante cuatro años y medio se estuvo formando para sacarle todo el jugo a las redes sociales. Y en LinkedIn vio un filón para interactuar con otras entidades y empresas afines y llegar a públicos concretos. ¿De verdad vale para algo más que para encontrar trabajo y fomentar la cultura del postureo laboral? Asegura que “LinkedIn ha sustituido a la vieja agenda del teléfono” por un sistema mucho más eficaz. Lo compara con una lobera digital: las paredes de piedra con forma de embudo que servían para cazar lobos y conducían a un profundo pozo. En este caso, y aplicado “al marketing de contenidos” que se practica en la red social, una cuenta como la suya te llevaría “a un pozo de atracción”.
Perfil Digital
“Si aciertas con el enfoque, la posibilidad de que te respondan a una publicación es altísima”, afirma Juan Carlos Santamaría. Según cuenta, “solo el 0,35%” de los usuarios de LinkedIn publican semanalmente. ¿Esto quiere decir que basta con subir contenidos y datos al tuntún y conseguir así llamar la atención de algún directivo o una empresa importante? No. Él es partidario de aplicar la “inteligencia social” y sembrar la semilla de futuras relaciones y proyectos poco a poco, con mensajes privados, comentarios, haciendo seguimiento…
Una curiosidad: conoce personalmente “a un porcentaje muy alto” de sus más de 28.000 seguidores de su perfil de LinkedIn. Fuera de la red también se deben cuidar las relaciones profesionales y sociales.