Este es el error más común al guardar el queso en casa
Se trata de un gesto cotidiano que puede arruinar su sabor, textura y hasta favorecer la aparición de moho
Guardar correctamente el queso en casa parece algo sencillo, pero la mayoría de las personas cometen un error que acorta su vida útil y altera su sabor: envolverlo directamente en film transparente o plástico hermético. Aunque parezca la mejor forma de conservarlo, este tipo de envoltorio impide que el queso respire, atrapando la humedad y favoreciendo la proliferación de hongos y bacterias que no deberían estar ahí.
El enemigo silencioso
El queso es un alimento vivo, que sigue madurando incluso después de su compra. Cuando se guarda en plástico o en recipientes completamente cerrados, el aire no circula, y la humedad se acumula en la superficie. Esto provoca que se reblandezca, adquiera olores extraños o desarrolle moho no deseado. En los quesos blandos, como el brie o el camembert, el exceso de humedad acelera su descomposición; mientras que en los curados o semicurados, el plástico puede hacer que se resequen por dentro y pierdan su aroma natural.
Cómo conservarlo correctamente
La clave está en buscar el equilibrio entre humedad y ventilación. Los expertos recomiendan envolver el queso en papel encerado o papel vegetal, que permite que respire sin secarse. Otra opción práctica es usar un paño limpio ligeramente humedecido o guardarlo en recipientes con tapa perforada dentro del frigorífico. Si tienes varios tipos de queso, lo mejor es separarlos por variedad, ya que cada uno emite gases y humedad diferentes que pueden afectar al resto.
Además, conviene sacarlo de la nevera unos 30 minutos antes de consumirlo, para que alcance la temperatura ambiente y recupere su textura y sabor originales.
El truco de los expertos
En muchas queserías artesanales, el queso se conserva en condiciones de humedad controlada y ligera ventilación, imitando las antiguas cámaras de maduración. Aunque en casa no sea posible replicar ese entorno, guardar el queso en la parte menos fría del frigorífico, como el cajón de las verduras, ayuda a mantenerlo estable y con una textura adecuada.
El error más común al guardarlo es el exceso de protección. Envolverlo herméticamente puede parecer una buena idea, pero termina privando al queso del aire que necesita para mantenerse vivo. Con solo cambiar el plástico por papel y controlar la humedad, podrás disfrutar de su sabor durante más tiempo.
Un alimento con historia
El queso es uno de los alimentos más antiguos y universales del mundo, con una historia que se remonta a más de 7.000 años. Se cree que su origen fue accidental, cuando los pueblos nómadas transportaban leche en recipientes hechos con estómagos de animales y, por efecto del calor y las enzimas naturales, esta fermentaba y se separaba en cuajada y suero. Desde entonces, cada cultura ha desarrollado sus propias técnicas, dando lugar a miles de variedades con sabores, texturas y aromas únicos.
En cuanto a su valor nutricional, el queso es una fuente concentrada de proteínas de alta calidad, calcio y grasas saludables, fundamentales para mantener la salud ósea y muscular. También aporta vitaminas A, D, B2 y B12, esenciales para la piel, el sistema nervioso y el metabolismo. Aunque su contenido calórico es elevado, consumido con moderación puede formar parte de una dieta equilibrada, especialmente en sus versiones menos grasas o elaboradas con leche de cabra u oveja, que son más digestivas.
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