Para corroborar esta afirmación, los expertos entrevistaron a 500 personas y analizaron los motivos por los que viajaban y también las emociones que les producían. La ciencia sentaba cátedra sobre algo que muchos ya habían experimentado. Tras la pandemia se ha hecho aún más deseable recuperar esas escapadas que ayudan a salir de la rutina y te hacen feliz. A veces no es necesario un gran viaje, basta con una conexión de fin de semana para conseguir el bienestar. Y disfrutar de una escapada a una de las ciudades más bonitas del Estado, San Sebastián, es algo atractivo para cualquier viajero.
Cualquier fecha es buena porque la Bella Easo mantiene sus encantos durante todo el año. Solo con callejear y disfrutar de las bellezas naturales de la ciudad es más que suficiente, y aquí va una propuesta para descubrir algunos lugares emblemáticos de Donostia. Antes de nada, la oferta hotelera es muy amplia, y en esta ocasión recomendamos tres propuestas con mucho encanto. Una es el hotel boutique Arbaso, un joven establecimiento de cuatro estrellas situado en pleno corazón del Buen Pastor. Sus 50 habitaciones son requeridas por un turismo que se reparte prácticamente a partes iguales entre el Estado y los viajeros procedentes de otros países, entre ellos, muchos procedentes de Francia, aunque en un principio sus guiños fueran para un público mayormente transoceánico.
Desde el hotel las visitas se pueden realizar andando a cada punto de la ciudad disfrutando de un bonito paseo que tiene parada obligada en el mercado de San Martín inaugurado en 2005.
Todos los días hay puestos de baserritarras, algo que no ocurre en los mercados por lo general. Además se ha convertido en centro social para muchos donostiarras que aprovechan sus instalaciones cubiertas.
El mercado conjuga la venta de los exquisitos productos con una zona de gastrobar que mantiene vivo el espíritu del local a partir de las ocho de la tarde.
Del mercado a la Parte Vieja y al Puerto es un agradable paseo con las vistas inmejorables de La Concha y la posibilidad de comer de pintxos en cualquiera de los cientos de bares que salpican sus callejuelas, o también se puede recalar en el Museo San Telmo, siempre abierto a ofrecer interesantes exposiciones.
Otra opción para aquellos a los que les gusta disfrutar de una estancia tranquila es hacer una parada gastronómica en el restaurante Narru.
Pero Donostia ofrece al viajero estancias peculiares en cualquier lugar de la ciudad, y otra propuesta es el Hotel Zenit Convento San Martin, restaurado en 1887, que permite disfrutar de piscina en cualquier época del año. Y para los que les gusta situarse en el corazón del casco antiguo de San Sebastián, el hotel Atari también se presenta como un refugio con mucho encanto por su ubicación. Rodeado por las estrechas y empedradas calles de la Parte Vieja, se encuentra a pocos pasos de la majestuosa Basílica de Santa María del Coro, un impresionante ejemplo de arquitectura barroca construida en 1774 que no deja de asombrar a sus visitantes.
Por solera y proximidad con el centro destaca el barrio de Gros, lugar muy frecuentado por los propios donostiarras. En verano ofrece la posibilidad de disfrutar de la playa de la Zurriola, más tranquila que la Concha, en el mismo corazón del centro. Además, a un paso se encuentra el magnifico Kursaal, que acaba de poner colofón a sus 25 años de historia. Por otro lado, también merece la pena acercarse hasta Tabakalera, donde se puede disfrutar de interesantes exposiciones además de un acogedor restaurante en su terraza desde donde se divisa gran parte de la ciudad.
Como lugar diferente a la vez que enraizado no se puede dejar de ir al Topa Sukalderia. Se trata de un restaurante que celebra los siglos de historia que nos unen a vascos y latinoamericanos. Es el punto en el que ambas gastronomías se encuentran para compartir productos, sabores, recetas, historias y costumbres, con el deseo de disfrutar, descubrir y pasarlo bien.
Aquí es posible degustar productos como las alcachofas fritas con mole; un aguacate con majado de tomate y anchoas; o los tacotalos Al pastor vasco.
Dicen los viajeros que uno siempre debe dejar algo en cada viaje que realiza para tener la excusa de regresar a la misma ciudad y en Donostia eso es más que fácil porque cada barrio ofrece un universo peculiar.