Tengo que confesar que soy fan del verano. Termina el ciclo escolar, abren las piscinas, se acercan las fiestas de los pueblos, que juntadita de aquí, que terracita de allá, nos vamos de vacaciones... Los termómetros suben y el cuerpo pide comidas y bebidas que refresquen las temperaturas. El menú se vuelve relajado e informal y un poco más liviano que en invierno, y buscar alternativas a la cerveza es clave para todo winelover.

El tip más grande para disfrutar bebiendo vino en verano es optar por aquellos que se expresan bien a bajas temperaturas. Cualquier vino técnicamente puede beberse de cualquier manera; se pueden beber blancos o tintos fríos sacados directamente de la nevera, o beber blancos o tintos del tiempo. Y si encontramos placer de esta manera, ¡pues avanti!

Pero la realidad es que no todos los vinos se expresan bien a las mismas temperaturas. Y no me estoy refiriendo a fijarnos por el color de los vinos para determinar su temperatura (blancos fríos, y tintos del tiempo, el mito más grande del mundo del vino, que desmitificaré en otra oportunidad), sino a fijarnos más en el estilo de los mismos.

Tintos

Los tintos ideales para beber fresquitos son aquellos de poca madera, moderada graduación alcohólica, y bajos niveles de taninos (compuestos que dan la astringencia que sentimos en el paladar). ¿Por qué? Porque si a un tinto muy tánico lo servimos frío de nevera, el tanino se potencia, se vuelve aún más astringente y el vino se percibe desintegrado.

Una copa de vino tinto. Freepik

Por eso, los elaborados con maceración carbónica de Rioja o al estilo Nouveau de Beaujolais son una delicia para beber fresquitos. Cuando son jóvenes tienen una expresión de fruta muy rica, son jugosos y fluidos en paladar, y le sientan muy bien esos grados menos. Un ejemplo es el Sustrai Berry 2023 de bodega Aristu, elaborado con tempranillo en Navarra.

Un estilo desenfadado e informal que también lo hace ideal para acompañar las comidas de cuadrillas y de familia. Claro que también se pueden beber tintos estructurados y con una gran presencia de madera en esta época. Aunque suelen encontrar su mejor expresión sobre rangos más altos, y suelen dar una mayor sensación de calor sobre todo cuando las temperaturas son muy altas.

Blancos

Los blancos perfectos para el verano son aquellos jóvenes, aromáticos, sin demasiada crianza en madera, que los vuelve un poco más pesados, y de rica acidez, y que se expresan muy bien cuando se sirven frescos. La acidez ayuda a contrarrestar la oleosidad y cremosidad de ciertos alimentos, resalta la pureza y calidad de las verduras y los mariscos, y funcionan muy bien con platos que contengan cierta acidez.

Imagínense esas rabas de chiringuito de playa que se sirven con el limón para echarle por encima y cortar la oleosidad de la fritura. Bueno, ese mismo efecto lo podemos lograr con un vino de acidez marcada como un blanco de Rias Baixas o un txakoli, como el Gorka Izagirre 2023 de Bizkaia, de buena tensión de boca y persistencia larga.

Los blancos con evolución y crianza larga en barrica son estupendos, pero suelen expresarse mejor sobre rangos superiores, a la vez que admiten maridajes más contundentes.

Copas de vino blanco. Freepik

Rosados

Otro estilo infalible del verano son los rosados. Recomiendo tenerlos en cuenta durante todo el año, pero es cierto que cuando sale el sol son una gran alternativa. Si bien hay variación de estilos dentro de la categoría, en general son muy versátiles a la hora de combinar con comidas, de admitir un rango más amplio de temperaturas, y de situaciones de consumo.

Una copa y una botella de vino rosado. Freepik

Combinan con embutidos, sobre todo los de marcada presencia de fruta, y son compañeros ideales de ensaladas, cuyos aliños ácidos necesitan ser acompañados con bebidas con un poquito más de acidez. Busquen el Artazuri Garnacha 2023, de Bodegas Artazu, de color pálido, fruta expresiva y perfil delicado que es toda una delicia.

Las burbujas siempre sientan bien, cualquiera que sea su origen, o momento del año. Dentro de esta categoría hay un mundo de complejidades según origen, método de elaboración, variedad, etc, que hace que podamos acompañar un menú completo sólo con vinos espumosos.

Para estilos informales

Pero para atenernos a estilos informales prueben estas dos opciones: el Pet Nat de bodegas Le Naturel. Pet Nat es la abreviatura de Pétillant Naturel, también conocido como método ancestral, que incorpora sus burbujas a través de una única fermentación en botella (comienza en tanque y cuando queda la suficiente cantidad de azúcar para fermentar y obtener la presión deseada, se embotella y termina el proceso en envase cerrado). Se elabora con Garnacha Blanca, es seco, texturado y funciona perfecto como aperitivo.

En el polo opuesto está el 8A Moscato de Ochoa MdO 2022, dulce y aromático, de baja graduación alcohólica que no llega a los 6%, elaborado al estilo Asti italiano. Si bien los vinos dulces funcionan muy bien con los postres, les apuesto que si lo prueban de tardeo con unos quesos de oveja o cabra, es un viaje de ida.

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@valeriagamper