Ya casi es hora de comer. Los bares y las terrazas están llenos de gente compartiendo mesa y hay un encantador barullo en el que se intuyen cientos de conversaciones apasionadas. Sí, se trata de la 'hora del vermu', un acto social de lo más arraigado en nuestro país que reúne a familias, amigos y conocidos en torno a un gran motivo: la gastronomía.

Aunque el éxito de esta bebida se remonta a mediados del siglo XIX, la proliferación de terrazas y bares en los últimos tiempos han convertido este acto social en casi una religión, tanto es así que con la palabra vermú nos podemos referir a dos realidades muy diferentes: a la bebida, resultante de infusionar hierbas, especias y raíces en vino, ya sea tinto o blanco, y al momento en sí mismo, a ese encuentro del mediodía en el que se picotea algo y se bebe con mucho gusto.

Brebaje de la antigua Grecia

El origen de este brebaje se remonta a la antigua Grecia, cuando supuestamente Hipócrates puso a macerar vino con ajenjo -planta medicinal e ingrediente indispensable todavía - y díctamo de Creta, obteniendo un vino que durante la Edad Media se llamó 'vino hipocrático'. Sin embargo, no fue hasta 1838 cuando los italianos hermanos Cora industrializaron su producción, haciendo que empezara a comercializarse de forma masiva. 

En cuanto al origen de esta costumbre social y de su ubicación horaria, que normalmente suele ser justo antes de las comidas, entre las 12 y las 13 del mediodía, hay varias teorías y los historiadores no logran ponerse de acuerdo y, hoy en día, existen varias teorías al respecto.

La primera de ellas señala que en España, antes de la Guerra Civil de 1936, la hora del vermú era justo antes de la cena. Sin embargo, en los tiempos de la posguerra, la pobreza y la necesidad hicieron que muchos españoles tuvieran que tener dos trabajos, uno por la mañana y otro por la tarde, y la franja de tiempo entre las 12 y las 14 horas fue en la que los trabajadores podían tomar un descanso.

La otra teoría, más aceptada por los etnólogos, sitúa la 'hora del vermut' a media mañana, ya que era la hora en la que las familias salían de la misa los domingos. Durante la dictadura, allá por los años 50, apareció en España la primera “clase media”, familias humildes, pero con buenos trabajos que podían permitirse pequeños lujos. Uno de estos lujos era justamente sentarse en una terraza los domingos después de misa para tomar un aperitivo antes de ir a comer. 

Muchos atribuyen la popularización de 'la hora del vermú' a la costumbre de las clases medias de beber algo a la salida de misa los domingos. Freepik

¿Por qué siempre viene bien?

A todos nos encanta el vermú: tomarlo fresquito en el bar, en casa, con amigos, por la mañana o por la tarde, cualquier día de la semana. ¿Pero alguna vez os habéis preguntado por que nos gusta tanto? Algunos de los motivos que lo explican son estos:

Abre el apetito. Al ser una bebida que mezcla vino con ciertas especias y frutas ayuda a abrir el apetito, por eso es ideal para tomar antes de las comidas, a modo de aperitivo.

El precio. Sí, no nos engañemos, el vermú también nos gusta porque es una bebida barata. De hecho, por algo se puso de moda en plena crisis económica, momento que colaboró a que el ocio diurno fuera tomando relevancia.

Propiedades beneficiosas. Además de servir como aperitivo, el vermú tiene propiedades digestivas, claro que no hay que pasarse: es una bebida especialmente alcohólica -tiene entre 14 y 16 grados-. Además, tiene propiedades antioxidantes, lo que ayuda a prevenir enfermedades cardíacas y regula el colesterol bueno.

Variedades. Históricamente el vermú ha contado con dos variedades: el rojo y el blanco. La gran popularidad de esta bebida ha provocado que aparezcan centenares de marcas nuevas, lo que ha ampliado el abanico de posibilidades a la hora de escoger la variedad de este brebaje.