David Movilla (Barakaldo, 9 de febrero de 1980) es un entrenador al que le avalan los éxitos, es incluso un coleccionistas de ascensos, el último el que ha conseguido con el Sabadell a Primera RFEF, el cuarto que consuma a la tercera categoría estatal después de haberlo hecho anteriormente con el Leioa y el Zamora en dos ocasiones, además de rozar el ascenso a Segunda División con el Barakaldo (2015-16), club del que bajo la presidencia de Orlando Sáiz salió con polémica y que terminó en los tribunales, que fallaron a favor del entrenador. Un currículo que, sin embargo, no le ha valido para tocar el fútbol profesional en una industria, como así lo denomina, “que no va de méritos, ni de capacidad, ni de trayectoria, ni por ascensos... funciona de otra manera y en ella me muevo francamente mal”.

Le llaman el coleccionista de ascensos, ¿le gusta?

No sé si me gusta o no, lo importante es que se han cumplido los objetivos y van unos cuantos, hay que disfrutarlo porque nunca sabes si habrá algún otro más.

Vamos a hablar del último con el Sabadell, ¿cómo lo explica?

Aquí nadie hace magia. Cojo un equipo que llevaba una dinámica negativa y conmigo cuesta, ya que hasta el séptimo partido no conseguimos ganar, después de haber merecido más. Sumamos después 15 puntos de 18 posibles con cinco victorias y un empate, nos ponemos a seis puntos del play-off y conseguimos meternos. Llegamos muy fuertes porque todas esas adversidades que se sufrió con el anterior entrenador y conmigo causaron que el equipo se hiciera una coraza muy dura.

¿Le ponía el reto?

Sí, porque es un club histórico y hace cuatro años estaba en el fútbol profesional, es una ciudad grande de más de 200.000 habitantes… Me ilusionó la llamada y luego el proceso de selección, que fue más de doce horas de entrevistas con test psicotécnicos, con un proceso muy exhaustivo, y pensé que si todo lo hacían de esa manera, es más fácil el éxito.

¿Pasó una prueba de doce horas para que le ficharan?

Doce horas que sumé en varias entrevistas, el test psicotécnico, la entrevista con la psicóloga, conversaciones, reuniones, entrevistas...

¿Esto es habitual en otros clubes en estas categorías?

No, por desgracia. En el mundo del fútbol se dan circunstancias que en el mundo de la empresa no serían tolerables. La persona que va a liderar una empresa, que va a gestionar ese capital humano y económico, entiendo que debe seguir un proceso de selección lo más exhaustivo posible. El mundo del fútbol no está acostumbrado a ello.

Usted cumplió ese objetivo, digamos también empresarial, pero se ha publicado que no sigue en el cargo ¿Qué ha ocurrido?

Todo el mundo da por hecho mi salida, pero que yo sepa, ni se ha tomado una decisión ni la he tomado yo.

Aclárelo, por favor.

Hablé el jueves con el club, pero todavía no hay ninguna decisión, y habrá que esperar a la próxima semana.

Como mínimo sorprende, ¿no?

Depende de los tiempos que se quieran dar y tomar. Me ofrecieron un año más en caso de ascenso y les dije que no, que lo mejor sería acabar la temporada para hablar.

¿Y David Movilla quiere seguir en el Sabadell?

Son cuestiones que se tratan a nivel interno, qué idea tienen, qué expectativa, qué quieren crear, cuáles van a ser los caminos para construir… Son puntos que hay que valorar.

¿Es un escenario similar al del año pasado cuando ascendió a Primera RFEF al Zamora y, pese a ello, no le renovaron?

No, para nada. El año pasado con el ascenso logramos salvar al club de la desaparición. ¿Qué pasa? Viene un grupo inversor nuevo de la familia (Manuel Ruiz) Lopera con un entrenador con el cual ya estaban comprometidos. La situación es muy diferente. Aquí no hay un cambio de propiedad y la supervivencia del club no dependía del ascenso, ni nada por el estilo.

En febrero, en plena racha de resultados no positivos, declaró en una rueda de prensa que el Sabadell iba a ascender sí o sí. ¿Sonó a un poco de soberbia?

Cada uno lo puede interpretar como quiera. Lo último que voy a hacer en ese momento es dudar de mí. Dije que era el único con la capacidad, con la experiencia que tengo, para llevar al Sabadell a otra dimensión social, deportiva y económica. Porque va todo unido. Hubo gente que lo tomó como una fanfarronada, otros decían que estaba loco, porque no había ganado un partido. Y otros que me tienen ahora como visionario. Ni una cosa ni la otra. Si no confío en mí, sería el primero en abandonar el barco. Tengo esa capacidad y lo he demostrado cuando llevas cuatro ascensos a la tercera categoría de fútbol español. Entonces no soy sospechoso de no tener la capacidad de ascender, me avalaba mi trayectoria y la experiencia de 26 años en los banquillos.

¿Cómo se define?

Como un entrenador vocacional. Dentro de este gremio, hay mucho técnico titulado, que es legítimo y muy respetable. Pero yo me considero un entrenador vocacional y entrenadores vocacionales no hay tantos. Y es lo que me defino. Es lo que me lleva a ejercer esta profesión, porque desde crío he querido ser entrenador y sigo teniendo esa misma pasión.

¿Tiene un técnico referencia?

Más que técnicos de referencia, tengo varios referentes de liderazgo que no tienen relación con el mundo del fútbol, gente que me inspira. De todos los entrenadores se aprende, yo no soy de un estilo de equis entrenador, soy de los que trato de observar a todos.

¿Le sigue quedando la espina clavada de no haber tocado el fútbol profesional?

Ya no. Me hace esa pregunta hace diez años y le diría que sí. Ya no aspiro a llegar al fútbol profesional, pero tampoco lo necesito para ser feliz.

¿Por qué cree que no va a llegar con el currículo que tiene?

Esto no va de méritos, ni de capacidad, ni de trayectoria, ni por ascensos y a los hechos me remito. Esta industria funciona de otra manera y en ella me muevo francamente mal. Sé que no voy a llegar y no lo necesito mientras me dé para vivir y que a mis hijos no les falten de nada. Lo que necesito es ejercer mi vocación, porque me apasiona lo que hago.

¿Quiere decir que David Movilla tiene mala prensa en esa industria?

Yo soy de los que voy a los campos a ver, no a que me vean. Es decir, voy a los campos a analizar a los equipos, a los jugadores. No he trabajado con una agencia de representación, aunque ahora sí lo hago, porque además considero que son amigos. Creo que eso en su momento tal vez no me ayudó. No es ni una reivindicación ni una queja, porque para mí esto funciona así. Si algún entrenador joven aspira llegar a Primera División, no voy a ser yo el mejor ejemplo.

O sea, que también hace su particular autocrítica.

Sí, por supuesto. Pero lo hago en mi pasado. Ahora no y lo he aceptado... Para ser entrador de fútbol profesional hay que meter menos horas de las que yo he metido al trabajo y hay que dedicar más tiempo a otras cosas. Y yo me he dedicado solo a trabajar, a trabajar 17 horas diarias para sacar rendimiento a los equipos. Y eso no es lo que te lleva al fútbol profesional, al menos a un perfil como el mío, que no tengo padrinos, ni tengo un apellido, ni que me haya ayudado fulanito o menganito.

¿Se ve en un banquillo vizcaino?

En Bizkaia ya me han hecho la campaña suficiente para que este que habla no vuelva a entrenar allí, el relato ahí lo tengo perdido.

¿Le dice por su polémica salida del Barakaldo?

Los que saben la verdad... El tiempo ha puesto a cada uno en su sitio, es decir, los dirigentes de aquel Barakaldo (Orlando Sáiz, era el presidente) dejaron una deuda que condenó al Barakaldo a bajar a Tercera RFEF, una deuda que no sé si todavía la están pagando y dejar al club como lo dejaron. Mi trayectoria posterior creo que ha avalado otra serie de cosas. El relato que se dijo de lo del Barakaldo más alguna otra cosa es lo que a mí me ha condenado. Y yo cometí un error hace nueve años, que es mantenerme callado por miedo a no volver a entrenar, pero ya no tengo ese miedo. Cada uno es libre de pensar lo que quiera y yo el relato sé que lo tengo perdido porque no he hecho nada por difundir un relato diferente al que se hizo en su día.

Es decir, no espera ni una llamada del Sestao River ni del Amorebieta, ni del…

Cuando salí de mi primera etapa en el Zamora tuve una llamada de un club vizcaino, tuve la opción de volver y fui yo el que lo decliné.

¿Qué club?

Dejaría en mal lugar a una persona y sería lo último que haría. Las ofertas se aceptan o no se aceptan, pero no se hacen públicas.