Ander Capa ( Portugalete, 8 de febrero de 1992) se siente liberado después de que el lunes se oficializara su fichaje por el Portugalete, que milita en el grupo IV de Tercera RFEF y con el que probablemente debutará este mismo sábado en el duelo de los jarrilleros en La Florida ante la Cultural de Durango. Es el equipo de su pueblo y de hecho la entrevista tiene lugar en los exteriores del campo de La Florida, a escasos metros del domicilio de sus padres y en el que residía hasta pocos años atrás. El exjugador del Eibar, Athletic y Levante no cree que esta decisión suponga dar un paso atrás en su carrera, “me apetecía estar cerca de casa, con mi mujer, mi familia, mis amigos y valoro más eso que otras cosas”, reconoce que tanto en el verano de 2023 como en este último se planteó en algún momento que le había llegado la hora de colgar las botas, sobre todo porque en sus tres temporadas anteriores, dos en el Athletic y la última en el Levante, había vivido situaciones nada buenas, con sesiones con el psicólogo incluidas, y que rememora a lo largo de la extensa conversación.

A muchos les ha sorprendido su fichaje por el Portugalete, un equipo de Tercera RFEF. ¿Por qué ha dado este paso?

—En verano tuve equipos y ofertas, pero no eran de mi agrado o no me convencían. Decidí esperar si salía algo, no salió nada. Conocía al míster (Iván Franco) y le pregunté si podía venir a entrenar para estar en buena forma física y surgió la oportunidad. Después de entrenar mes y medio, he encontrado un grupo excepcional y al final es el equipo de mi pueblo, en el que verdaderamente me apetecía jugar.

Es decir, ha habido un poco de romanticismo en su decisión, porque podría haber esperado al mercado de invierno.

—Podía haber esperado, pero no quería demorarlo dos meses más. Estaba a gusto en un ambiente que me gusta y decidí firmar.

¿Está preparado para debutar el sábado frente a la Cultural de Durango?

—Sí. Ya estoy a disposición del míster, así que decidirá si juego o debo esperar un poco más.

Viene del fútbol profesional y se entiende que un club como el Portugalete, en Tercera RFEF, no podría asumir su ficha. ¿Ha renunciado a ganar dinero?

—Creo que no hay que hablar de dinero. Sabemos que en esta categoría se cobra lo que se cobra y no hay que profundizar más en ello.

¿Supone una paso atrás en su carrera bajar tres categorías?

—No lo enfoco así. Vengo de una situación que para mí no ha sido fácil. Ya se sabe cómo fue en el Athletic, luego en el Levante tuve altibajos, empecé jugando y con los cambios que hubo acabé no jugando. Lo que necesitaba era quitarme del foco mediático, para mí y para mi cabeza. Quitarme esa presión de encima y creo que es lo mejor para mi salud. No pienso si bajo tres, cuatro o cinco categorías, he hecho lo que la cabeza y el corazón me han pedido. Me apetecía estar cerca de casa, con mi mujer, mi familia, mis amigos y valoro más eso que otras cosas.

Dice que lo pasó mal en sus últimos años en el Athletic y el pasado en el Levante. ¿Ha llegado a pensar en colgar las botas?

—Sinceramente sí se me ha pasado por la cabeza. Este mismo verano cuando pasaba el tiempo y no me salía nada potable, me dije que igual era el momento de dejar el fútbol y pensar en otras cosas. Antes de ir al Levante, cuando salí del Athletic, también se me pasó por la cabeza.

¿Puede ser el Portugalete su último equipo?

–Pienso que con 32 años sé que no me quedan muchos años, aunque siempre en función de cómo me vea, pero ojalá pueda estar dos añitos en el Portu y decir hasta aquí.

¿Descarta entonces volver al fútbol profesional?

—No descarto nada, pero hay que ser realistas. Estoy en el Portu, en Tercera RFEF, y lo único que quiero es lo mejor para el equipo, ayudarle en todo lo posible, y a ver si logramos el ansiado ascenso.

¿No le apetecía jugar en el extranjero, aunque fuera en una liga menor?

—Le he dado muchas vueltas durante el verano, porque tenía cosas de fuera. Sí lo he sopesado, pero me tira más la tierra que otras cosas. Prefería estar en casa, porque ya el dinero es algo secundario y valoro otros sentimientos.

¿Qué puede aportar al Portu?

—Llevo mes y medio con ellos y creo que puedo aportar experiencias, ayudar al equipo, tanto si juego como si no. Y no solo ayudar, porque yo también estoy en aprendizaje, ya que en el fútbol se aprende día a día y en el mes y medio aquí he aprendido mucho de estos chavales.

Se entiende que la presión en el Portugalete es mínima respecto a la que tenía en el Eibar, Athletic y Levante. ¿Se siente más liberado en este sentido?

—Como he dicho antes, me siento liberado del foco mediático que tenía por entonces y la presión es la que uno se pone a uno mismo. Soy un jugador que se exige bastante y en muchas ocasiones nunca te quedas satisfecho aunque lo hayas hecho bien.

Ha comentado que sus últimos años en el Athletic no fueron buenos, en el Levante tampoco tuvo todo el protagonismo que quería. ¿Ha dado muchas vueltas a la cabeza sobre el porqué de esas situaciones?

—Sí, piensas muchas cosas y te lo preguntas también. En el Athletic han sido dos años en los que apenas he jugado minutos, le daba vueltas y vueltas, pero no encontraba una lógica. Por más que le diese vueltas… al final dejé de hacerlo. En el Levante empecé jugando, luego no y la verdad es que no salió de mí preguntar al míster porqué no jugaba.

¿Ha llegado a entonar el mea culpa, que el que fallaba podría ser Ander Capa?

—No lo he enfocado así… Cada persona es un mundo y mi forma de ser no es tan expresiva como la de otro jugador que saltaría a la mínima. Yo soy un chaval sencillo, tranquilo y pacífico.

¿En esas situaciones se echa mano de un psicólogo?

—Por supuesto que sí. En el Athletic estuve en el psicólogo que teníamos y el año pasado en el Levante, también. Igual que en su día en el Eibar. Aquello me vino bien.

¿Le ayudó esa terapia?

—Me ayudó más en el Eibar, con la situación que tuve en su momento. En el Athletic empecé, pero era más yo y mi cabeza, no veía la luz y decidí no seguir dando esas sesiones, porque era más cosa mía.

En mayo de 2022 aquellas declaraciones suyas de que “Marcelino me ha despreciado” levantaron polvareda. ¿Se reafirma en ellas 30 meses después?

—No me gusta hablar del pasado. Ya lo dije en su día y creo que no hay que darle más vueltas a esas cosas y remover la mierda de antaño. Lo que dije en su día era lo que sentía en ese momento y listo.

¿Llegó a hablar con Marcelino después de esas palabras?

—Tuve una charla un día o dos después. Estaba en Lezama y me vino a hablar. Fue su opinión y la mía, cada uno tenía su punto de vista.

¿Y no han tenido ningún contacto desde que salieran los dos del Athletic?

—Ni hemos hablado, ni hemos coincidido, ni nada.

¿Y si el destino les hiciera reencontrarse?

—En su día ya me preguntaron si le saludaría o no. Dije que no. Somos personas y en su momento podemos decir cosas sin pensarlas... un saludo cordial si eso.

Se va Marcelino, regresa Valverde y renueva con el Athletic, pero tampoco juega. ¿Cómo lo explica?

—Me incorporo en pretemporada una semana más tarde, veo que empiezan las jornadas, no tengo minutos, otra vez pensar porqué no juegas… Me dedicaba, como ocurría el año anterior, a entrenar a la espera de oportunidades.

¿Le dio Valverde argumentos de porqué no jugaba o tuvo la misma actitud que Marcelino?

—No. Valverde sí habló conmigo, me dijo simplemente que confiaba en otros jugadores y, en ese sentido, fue claro y directo.

¿Entendió que le renovaran y no jugara, porque se deduce que si le renuevan, es porque le quieren?

—Hubo cambio de directiva, de cuerpo técnico, de dirección deportiva… Sí, pensé que tendría minutos.

Otro varapalo.

—Renuevas con la ilusión de un proyecto nuevo en todos los sentidos y ves que no juegas, pero con la mochila que tienes de atrás, lo vas asumiendo.

¿Cuál fue el mejor momento de sus cinco años en el Athletic?

—He tenido muchos momentos buenos. Cuando llego está Berizzo, en los trece partidos que está tengo pocos minutos, una vez que viene Gaizka (Garitano), que en su día me hizo debutar en el Eibar, me da esa confianza, me pone y fue cuando saqué mi mejor versión.

Salió del Athletic, fichó por el Levante, empezó jugando de titular con Javi Calleja, pero cuando le cesan Felipe Miñambres, que era el director deportivo, salta al banquillo y deja de jugar, cuando se deduce que él era el valedor de su fichaje. Suena, como mínimo, extraño.

—Sí, la verdad es que cuando toma el mando Felipe veo que partido tras partido no tengo la continuidad que tenía antes y te sorprende un poco, cuando además ves que por entonces los resultados no eran favorables.

¿Hubo algún motivo extradeportivo?

—No. Nada fuera de lugar, ni en un entrenamiento, nada.

Se comentó que se debía quizá a motivos económicos.

—Saqué mis conclusiones. El club no andaba bien de dinero, eso se decía, y pensábamos que lo que tenía que hacer era sacar jugadores para vender y sacar tela. Ponía en el escaparate a jóvenes que tenían proyección para el futuro del club o para venderlos.

¿Tiene alguna espina clavada?

—Sí, me queda la espinita de no haber jugado en Europa con el Athletic, además de no ganar la Copa en esas dos finales consecutivas de 2021. Me quedo con la Supercopa, que me lo llevo conmigo, y con el hecho de haber jugado en la élite, lo que se lo agradezco a mi padre, que siempre estuvo encima mío en los sacrificios que había que hacer para llegar arriba.

¿Daría marcha atrás a alguna de sus decisiones?

—No soy una persona que hable sin pensar y creo que todo lo que he dicho ha sido con sensatez y meditado.

¿Qué espera del fútbol con 32 años?

—Por dónde estoy, lo único que quiero es llevar al Portu a Segunda RFEF, que sería lo ideal, y como persona estoy a gusto donde quiero. l