bilbao -La proverbial improvisación y la falta de una planificación consecuente a la categoría del torneo han vuelto a poner otra vez la final de Copa en el centro de la polémica. Se sabe que la disputarán el Barcelona, por quinto año consecutivo, todo un récord, y el Sevilla, y el día elegido, el 21 de abril, que cae en sábado, pero hasta en la fecha hay quejas. El próximo lunes, en la sede de la Federación, que es la organizadora del torneo, se reunirán las partes para elegir un estadio. El Wanda Metropolitano se perfila como la sede idónea para la final, pero coincide con la trigésimo cuarta jornada liguera y provocaría al Atlético de Madrid un quebranto, ya que al día siguiente de esa fecha el equipo colchonero se tendría que medir en su estadio con el Betis. Pero como la final de Copa tiene prioridad, el Atlético-Betis, así como los encuentros correspondientes del Barça y Sevilla, se deberían aplazar.

La fecha para la disputa de los partidos aplazados que se baraja es la del 9 de mayo, con lo cual el conjunto colchonero tendría que disputar cinco partidos en solo 15 días y en la recta final del campeonato. El asunto todavía puede ser más complejo, ya que si el Atlético llega a la final de la Europa League, en Lyon, la debería disputar el título el 16 de ese mismo mes, que cae en miércoles, en el medio de la penúltima y última jornada ligueras, cuando se decide todo.

El Santiago Bernabéu, en cambio, sería en recinto ideal, ya que el Real Madrid debe jugar en esas fechas ante el Sevilla y en el Ramón Sánchez Pizjuán, un encuentro que de todos modos será aplazado. Sin embargo la hipótesis de que el Barça pueda dar la vuelta de honor por el coliseo blanco entre el fervor de su hinchada lleva consigo, y hay suficientes antecedentes, que la directiva que preside Florentino Pérez en ningún caso ofrezca su estadio para la cita futbolística, lo cual ilustra todavía más el grado de chapuza que envuelve el torneo.

Y además, el rey A todo esto hay que añadir la presencia del rey Felipe VI en el evento, la previsible pitada por parte de la afición culé y la consiguiente polémica. El Barça ha deslizado que prefiere el Bernabéu argumentando que tiene más aforo (99.354 localidades) que el Metropolitano (68.000), aunque a nadie se le escapa que sobre todo son ganas de incordiar. Al menos no habrá como pretexto obras por reforma, como ocurrió cuando Athletic y Barça quisieron jugar allá la final de 2012.

Hacerlo en el campo del rival, como propone Pepe Castro, el presidente del Sevilla, que opina que el Sánchez Pizjuán o en su defecto La Cartuja serían ideales, lo descarta del todo Ernesto Valverde. Ya tuvo una mala experiencia con el Athletic y la bilbainada de elegir el Camp Nou para la final de 2015 por su mayor aforo.

La otra alternativa es el estadio de Mestalla ya que, además, el Valencia se enfrenta esa jornada en Balaídos al Celta, con lo cual no habría mayor conflicto de intereses.

El Barcelona y el Sevilla jugarán su tercera final copera. Las dos anteriores fueron ganadas por los azulgrana, la última en 2016 por 2-0.