Sin solución de continuidad, sumergidos en plena vorágine electoral, los comicios europeos llegan en un momento de máxima tensión política en el Estado español. PSOE y PP vuelven a rivalizar con otra especie de duelo al amanecer donde el partido de Pedro Sánchez aspira a superar la cita más complicada del ciclo con las urnas abierto este último trimestre después de aprobar con nota los escollos de Euskadi y Catalunya, mientras que la formación de Alberto Núñez Feijóo se toma esta partida como unas plebiscitarias en las que demostrar que la supervivencia del Ejecutivo de coalición está condenada a quebrarse más pronto que tarde. Si la fuerza conservadora se plantea propulsarse aumentando considerablemente su representación en la Eurocámara, los socialistas confían en que su discurso en pro de ejercer de dique de contención de la ultraderecha y su apuesta por el europeísmo movilicen a sus filas. Eso sí, no parece que la campaña vaya a salirse del carril de las cuestiones domésticas, presididas los últimos días por el reconocimiento del Estado palestino, los negocios de Begoña Gómez –esposa de Sánchez– y el conflicto diplomático con Argentina, asuntos que han desbancado de la primera línea a otros como la amnistía. Quién sabe si aquella reflexión personal del líder del PSOE llevaba encerrada la estrategia de hallarnos en este punto, con su alegato contra la ola reaccionaria y la maquinaria del fango rigiendo los destinos.

Si no eufórico, el PSOE llega crecido a esta estación. El éxito de Salvador Illa, que apunta a president de la Generalitat, reforzó a Sánchez en una doble vertiente: por un lado, la estrategia de su política del reencuentro; por otro, el refrendo a su paso por el diván para decidir si continuaba en el cargo. En Ferraz son conscientes de que este envite entraña una complejidad mayor y dirigen su alegato a combatir la abstención a golpe de advertir de los perjuicios del populismo de extrema derecha y su talante xenófobo. Con la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico como apuesta, Teresa Ribera aboga por exportar el modelo económico del Estado español a Europa a través de una economía moderna y competitiva, “con empleos para todos y de calidad”.

Desde Génova pretenden someter el liderazgo de Sánchez a examen final apenas diez meses después de las generales, máxime cuando el propio Feijóo defiende este asalto como la “antesala” del cambio político. Abanderada la plancha por segunda vez por Dolors Montserrat y, aunque están convencidos de su crecimiento, el PP ha moderado su optimismo ante el impulso socialista y la constancia de que no acaban de morder en el electorado de Vox, por mucho que es probable que sumen a sus actuales 13 eurodiputados buena parte del botín de Ciudadanos. El rechazo a la ley de amnistía forma parte del engranaje de campaña porque es una arenga que se compra fácilmente fuera de las nacionalidades históricas, así como mensajes dirigidos al agro frente a un PSOE que, a juicio de Montserrat, realiza una defensa del medioambiente “desde el negocio y de forma intransigente e inflexible, desde el sectarismo ideológico”.

Vox afronta las elecciones con Jorge Buxadé de nuevo como cabeza de lista y seguro de que, por primera vez, puede haber una mayoría de gobierno de partidos “patrióticos, conservadores e identitarios” en el Parlamento Europeo, alternativa a la coalición que creen conforman socialistas y populares. Para ello centrará la atención en llamar a los abstencionistas decepcionados y a los jóvenes que se estrenan en las urnas son soflamas sobre la protección de las fronteras frente a la inmigración ilegal, la seguridad o la defensa del campo, y avisando de que no votarán a la candidata del PPE Ursula von der Leyen para que repita como presidenta de la Comisión Europea. Se acabó la fiesta, el partido del activista en redes sociales Alvise Pérez, podría restarle votos. En su momento militante, analista y consultor para UPyD y Ciudadanos, destaca por ser un propagador mediático de bulos y desinformaciones alineadas con los ultras, lo que Sánchez viene a llamar “el fango”.

Sumar-Podemos, el otro duelo

Desde la segunda pata del Gobierno, Sumar ansía en revertir su tendencia de derrotas y la alarmante evaporización que le dibujan los sondeos. O lo que es igual, Yolanda Díaz se juega la viabilidad de un proyecto que desde que se estrenó el 23-J no ha hecho otra cosa que ir perdiendo fuelle en el espacio a la izquierda del PSOE, al ser visualizado más como una amalgama de marcas que como un ente propio. El partido de la vicepresidenta segunda enfila el 9-J con una candidata desconocida, Estrella Galán, que ha estado al frente de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) y que tendrá que medirse con sus antiguos socios de Podemos, cuya candidatura encabeza la exministra de Igualdad, Irene Montero, que goza de mayor repercusión y popularidad. Para bien o para mal, la exministra de Igualdad no deja a nadie indiferente. La formación morada, en reconstrucción, tiene como objetivo soplar en el cuello de Sumar para demostrar que en ese Gobierno de coalición era Podemos quien mejor usufructo legislativo reportaba. Su situación dista un mundo de la de hace una década, cuando irrumpió en las europeas de 2014 con cinco diputados. Desde que se marchó con sus cinco escaños al Grupo Mixto del Congreso (ahora son cuatro), ha ido diluyéndose en cada cita hasta el punto de que no han conseguido representación en ninguna, incluida la vasca.

Entre tanto, apenas un milagro puede hacer que Ciudadanos resista en la Eurocámara después de haber desaparecido en todo el Estado, hasta en Catalunya, donde se ha quedado a cero después de llegar a ser la fuerza más votada en 2017. Apostó por concurrir en solitario tanto a las catalanas como a las europeas, rechazando la oferta del PP de asumir todos sus efectivos europeos, pero el partido de Feijóo acabó fichando a tres eurodiputados naranjas para su lista, incluido el jefe de la delegación en Bruselas, Adrián Vázquez. Liderada por el eurodiputado Jordi Cañas, tiene otros dos rivales exnaranjas en la oferta liberal: Izquierda Española, que respalda el procurador de las Cortes de Castilla y León, Francisco Igea; y Cree, el nuevo proyecto de Edmundo Bal.

Junts y ERC, de resaca

Aguardando la amnistía. En plena resaca, ERC encara la cita con un horizonte sombrío y en pleno terremoto interno, con la eurodiputada Diana Riba –esposa del exconseller Raül Romeva, condenado por el 1-O– como cabeza de cartel de Ahora Repúblicas. Tras haber batido a Josep Borrell y Oriol Junqueras en las europeas de 2019, Carles Puigdemont cede el número uno de la candidatura de Junts al exconseller y eurodiputado Toni Comín, exiliado en Bélgica y que hará campaña desde Bruselas, en la Catalunya Nord y otros puntos de Europa, a la espera de volver a casa cuando entre en vigor la amnistía.