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Suicidio: ni ocultación ni exaltación

El fenómeno se lleva una media de 11 vidas al día en el Estado y su huella apela al conjunto de la sociedad para que se implique en su prevención en términos de atención, arrope y humanización

El Día Mundial para la prevención del suicidio permite hoy reflexionar sobre un fenómeno de amplísimo espectro, estudiado en profundidad y que debe afrontarse con sincera preocupación. La pérdida de once vidas al día en el Estado es un coste social y humano, individual y colectivo que deja profundas huellas que debemos encarar sin exaltación, sin exposición innecesaria, pero con la debida atención para no invisibilizarlas. El análisis de las causas y las tipologías de todo tipo de circunstancias cuenta con suficiente literatura científica para que sepamos que hay grados de sufrimiento que no siempre está asociado a una enfermedad mental o física pero sí a factores psicológicos y conductuales que demandan una atención profesional. La enfermedad, el dolor, el agotamiento emocional, tienen grados de deterioro para los que en demasiadas ocasiones faltan no tanto mecanismos de prevención -aunque todo lo que sea mejorable debe implementarse- como fórmulas de humanización, de normalización del acceso a los mismos. Los ámbitos laborales, educativos y familiares pueden ser entornos de protección pero también hostiles. La detección de situaciones de desesperanza, la intervención sobre las personas que las padecen y el seguimiento de sus circunstancias son imprescindibles y las instituciones de la Comunidad Autónoma del País Vasco y la Foral de Navarra cuentan con fórmulas y programas para satisfacer una demanda que no aflora con facilidad. La ocultación de un problema de esta naturaleza resta eficacia a las medidas. La deshumanización de las relaciones en todos los ámbitos no debe seguir fomentando la soledad o la exigencia de superación individual. Hay muros muy altos que no pueden superarse en soledad. La mayor sensibilización hacia las enfermedades mentales no se puede limitar a una actuación paliativa de los servicios de salud. La pauta de desatención social, de negación del problema, es un inconveniente a superar previamente a la acción de los medios sanitarios. Desestigmatizar la asistencia es el modo de facilitar el acceso voluntario a ella. Ahí hay un componente social inequívoco, de educación de la opinión pública, de deontología en los medios de comunicación y de ética de los líderes de opinión. Ni tabú ni espectáculo; solo soluciones comprometidas y compartidas y recursos para que sean eficientes.