A cantidad de datos y evidencias que avalan la consideración de que la economía global sigue centrada en un modelo de producción y consumo lineal que aboca a nuestro medio a la autodestrucción resulta incuestionable. Productos y servicios (previa extracción de las materias primas de la naturaleza) son manufacturados para posteriormente ser desechados como desperdicios ya no solo cuando resultan inservibles, sino en el mismo momento en el que los mercados lanzan otros más novedosos o con un rendimiento superior. Como consecuencia: descenso de la biodiversidad, un imparable incremento de la contaminación o el aceleramiento del cambio climático, ente otros.

Como respuesta a este fenómeno, el concepto de economía circular se define como un nuevo paradigma económico que asume una concepción de diseño de las actividades económicas desde una lógica de carácter restaurativa y regenerativa. Ello implica distinguir los ciclos biológicos de los técnicos de los bienes (una cosa es que un producto no sirva, otra que sus componentes no sean reutilizables) y a través de la gestión de un ciclo renovable, ser capaces de crear actividades rentables logrando que el rechazo/desperdicio de los bienes resulte mínimo y testimonial. En este sentido, las líneas para contrarrestar esta cuestión deben conjugar necesariamente el interés privado con políticas públicas decididas a orientar apuestas e iniciativas específicas.

Entre ellas, se barajan las siguientes:, 1. Establecer los criterios adecuados a la hora de diseñar y fabricar productos para que las materias primas se deban extraer una vez se desechen, 2. facilitar nuevos tipos de relación entre productores y consumidores para no producir desechos irrecuperables, 3. Aprobar directivas obligatorias de eco diseño asegurando que los fabricantes tengan responsabilidad de sus productos una vez vendidos, 4. Extender y normativizar las mejores prácticas en gestión de residuos, 5. Generar nuevos modelos de empresa a través de inversión pública y privada orientados a hacer de la re manufactura, recirculación o restauración una actividad económica rentable generadora de riqueza y empleo.

En lo que respecta al quinto punto (generar nuevos modelos de empresa), la economía circular está dando lugar al nacimiento de diversos modelos de negocio que habrá que tener muy en cuenta en todo esfuerzo innovador. Según un reciente estudio de la consultora Accenture, la economía circular está dando lugar a al menos cinco grandes áreas de desarrollo de nuevos modelos de negocio orientadas a empresas industriales que, remodelando cadenas de valor de distintas industrias y sectores, permitirá reducir las ineficiencias de un modelo económico insostenible (el actual) y a su vez crear actividad económica y empleo.

La primera línea está relacionada con las generación de cadenas de suministro circulares, replanteando las actividades de aprovisionamiento, manufactura y logística a través de modelos de negocio que incorporan el uso de recursos totalmente reciclables / renovables.

La segunda consiste en la utilización de plataformas compartidas que permitan optimizar el consumo colaborativo de productos y bienes a través de lógicas de uso compartido, acceso y / o propiedad de los mismos.

El tercer tipo de modelos de negocio, muy en línea con la tendencia de servitización a la que me he referido en numerosos artículos, se centra en ofertas de empresas orientadas a vender los resultados que obtienen sus productos más que los bienes tangibles en sí, posibilitando un uso más productivo y extensivo de los bienes y activos.

Muy en línea con la anterior, la cuarta se orienta a las posibilidades de extensión de los ciclos de vida de productos, posibilitando la aparición de nuevos modelos de negocio en áreas como la reparación, el mantenimiento, la actualización, reventa o remanufactura.

La quinta área de generación de actividad se centra en el desarrollo de actividades empresariales orientadas a la recuperación y el reciclado, creando valor a través de la recuperación de subproductos o desechos.

Economía circular, biomimesis, ecología industrial, capitalismo natural o economía azul. Un conjunto de conceptos está emergiendo como respuesta a un modelo caduco cuya falta de sostenibilidad resulta palpable. Llamémosle como le llamemos, no deberíamos olvidar que vamos a requerir desarrollar nuevas capacidades, cuando no de un cambio en nuestro modelo mental y en la forma en la que colaboramos para poder adaptar y desarrollar nuestra actividad económica, sus productos y soluciones. En este sentido, la colaboración entre empresas industriales tradicionales y nuevos actores que han emergido y emergerán en el ecosistema será fundamental. Un reto global, pero también de país.