BILBAO - La industria vasca verá como otra de sus históricas fábricas de referencia, la de material ferroviario del grupo Bombardier en la localidad de Trapagaran, cambia de manos para terminar en las del otrora competidor Alstom. El grupo francés de material de transporte Alstom confirmó ayer que había alcanzado un acuerdo para adquirir el negocio ferroviario de la corporación canadiense de Quebec, Bombardier, en una operación valorada en unos 6.200 millones de euros.

Alstom ratificó que había alcanzado un acuerdo con la dirección de Bombardier, -una compañía que arrastra una deuda de unos 9.300 millones de dólares-, y con su accionista, con un 32,5% del capital, el banco de Quebec, CDPQ, principal acreedor, que se convertirá en el mayor accionista del nuevo conglomerado francés con un 18% del capital por delante de Bouygues, con el 10%.

El acuerdo, según el presidente de Alstom, Henri Poupart Lafarge "representa una oportunidad única para reforzar nuestra posición mundial en un mercado en fuerte crecimiento como es el de la movilidad sostenible".

La compañía gala alcanzó un acuerdo para la compra del negocio de trenes de Bombardier, -recuérdese que la compañía de Quebec también tiene una división aeronáutica en plena fase de transformación para pasar a manos de Airbus, la parte de aviones comerciales, y de Mitsubishi, la de aviones regionales-, por una cifra entre un mínimo de 5.800 millones y los citados 6.200 millones de euros.

La decisión de vender Bombardier a Alstom tiene una doble lectura. Por un lado sirve para paliar las cuentas del grupo canadiense que en 2019 perdió 1.607 millones de dólares con unas ventas de 15.757 millones, pero también responde a los cambios en el sector ferroviario mundial. Como bien recuerda, una y otra vez, el máximo responsable de la empresa vasca CAF, Andres Arizkorreta, el mundo de construcción de material ferroviario occidental está en un proceso de concentración para ganar economías de escala de cara a poder competir con el gigante chino CRRC.

Hace un año, la Comisión Europea decidió vetar la fusión de las operaciones ferroviarias del grupo industrial alemán Siemens y su rival francés Alstom, al considerar que la operación "dañaría" la competencia en los mercados de la señalización ferroviaria y de la alta velocidad, y tras constatar que las compañías no habían ofrecido medidas correctivas "suficientes".

Pues bien la citada operación suponía crear un grupo de unos 15.000 millones de facturación, -CAF tras el crecimiento de estos últimos años factura más de 2.000 millones-, pero todos estos números están muy lejos de los más de 34.000 millones de euros de la china CRRC.

Los chinos, gracias a las economías de escala de su gran mercado interno, además protegido, han salido fuera de sus fronteras generando una presión a la baja sobre los precios del material ferroviario hasta el punto de que compañías como CAF se están volcando en negocios como los servicios y el mantenimiento para paliar la caída de márgenes. En todo caso, Alstom-Bombardier se posicionará en un sector con futuro pues el ferrocarril sólo representa el 0,7% de las emisiones de CO2 en el mundo cuando es el 9% del transporte. Esa eficiencia medioambiental y el crecimiento del transporte público interurbano le deja un futuro con notables perspectivas pues se contemplan crecimientos anuales del 3% hasta 2025.

La compra de Bombardier por Alstom afectará a la planta vizcaina de Trapagaran. Esta fábrica, uno de los referentes de Bombardier en el mundo, está especializada en la producción de convertidores de tracción de alta potencia para trenes y tranvías que exporta a medio mundo. Con una plantilla cercana a las 200 personas en Euskadi, -el grupo cuenta con un total de 1.000 empleos en el Estado español, de ellos 800 directos-, la planta vasca concentra el I+D en los temas de propulsión eléctrica y construye, entre otros, los convertidores de tracción multisistema para las locomotores TRAXX. El grupo con sede en Montreal (Quebec) tiene también un importante centro en San Sebastián de los Reyes (Madrid) especializado en sistemas de señalización.

Además, Bombardier controla en Europa dos históricas plantas de construcción de material ferroviario, la antigua de Henschel, en Kassel (Alemania), y la de Vado Liguria (Italia).

Por su parte, Alstom dispone en el Estado español de unas importantes instalaciones en Barcelona, la antigua La Maquinista Terrestre y Marítima adquirida en 1989 con una moderna planta en Santa Perpetua de Mogoda puesta en marcha en 1994, y de donde han salido, entre otros, los primeros AVE de la línea Madrid-Sevilla.

En principio, Alstom, una compañía centrada en la movilidad tras la venta en 2015 de la división de energía a la estadounidense GE por unos 12.400 millones de euros, había intentado integrarse con la alemana Siemens pero las autoridades europeas de la competencia no dieron luz verde pese a que desde el sector se alegaba que el mayor riesgo para la industria ferroviaria europea era la competencia china de CRRC.