Amedio camino entre Miranda de Ebro y Pancorbo, en un área de descanso de la N-1, una treintena de pensionistas preparan un hamaiketako a base de tortilla de patata, empanada gallega y palmeras de chocolate. Han caminado ya unos ocho kilómetros y por delante les quedan otros tantos antes de finalizar la quinta etapa de un itinerario de 450 kilómetros que les llevará desde Bilbao a Madrid en poco más de tres semanas. Es su forma de reivindicar, la mayoría con la histórica Marcha del Hierro de hace 30 años en la memoria, unas pensiones públicas dignas.

Durante la pausa comparten con DEIA algunos de los momentos vividos en las primeras jornadas de caminata -partieron el lunes desde Bilbao- y las expectativas de cara a lo que queda por delante. Tienen entre 64 y 80 años, pero ninguno teme ni a las agujetas ni a las ampollas. “Estamos a tope, y eso que el segundo día fue la etapa reina porque tuvimos que subir el puerto de Orduña”, comenta Luki Gómez, curtido en mil batallas. Estuvo en la Marcha del Hierro contra el cierre de Altos Hornos en 1992 y todavía hace tres años participó en las movilizaciones junto a sus compañeros contra la última reconversión en la ACB de Sestao.

Ya retirado, es uno de los impulsores de la marcha hasta Madrid. “Hace 27 años tuve que realizar este mismo camino con 500 compañeros por el derecho al trabajo y para mantener viva nuestra industria. Aquella batalla la perdimos, pero esta la vamos a ganar”, se anima el barakaldarra, uno de los más jóvenes de la expedición.

En el otro extremo, Rosendo Zorrilla devora a sus 78 años los alrededor de 20 kilómetros diarios a pie sin rechistar. Todavía hay un integrante más veterano, con 80 cumplidos, que ha tenido que volver a casa a realizarse unas pruebas médicas pero que se reincorporará al grupo este mismo fin de semana. También hay quienes realizan el viaje en pareja, como Óscar y Eguzkiñe, de los que su hijo se siente “muy orgulloso”. “Está encantado de ver que sus aitas pelean por las pensiones, también por las del futuro, por la suya y por la de nuestra nieta”, afirman.

La llamada columna norte en defensa de unas pensiones dignas -otro grupo ha partido desde Rota, en Andalucía, para confluir todos en Madrid el día 15 de octubre- se alejó ayer definitivamente de Euskadi para adentrarse en terreno burgalés. Por delante quedan 20 días de marcha a pie, en los que, como hasta ahora, irán coreando sus ya célebres lemas como de norte a sur y de este a oeste las pensiones de defienden, o gobierne quien gobierne las pensiones se defienden.

En las cuatro etapas anteriores han sido acogidos en colegios y albergues públicos y varios bares y txokos privados les han ofrecido comida y cena. El jueves fueron invitados a comer en la herriko taberna de Miranda de Ebro y a cenar en el txoko La Jarana. “Estamos continuamente recibiendo comida y apoyo”, agradecen. Y la solidaridad llega de todos los frentes. Hasta el cura de Pancorbo estaba implicado en la búsqueda de alojamiento para la noche de ayer viernes a hoy sábado.

“Estamos impresionados por tanta solidaridad. Sabemos que no estamos solos y que nos acompañan todos los pensionistas del Estado. Llevamos la ilusión de nueve millones de personas”, dice Luki, que repasa las principales reivindicaciones, como es una pensión mínima de 900 euros que vaya creciendo hasta llegar a 1.080 y el blindaje definitivo de las subidas anuales con el IPC. “Las pensiones se mantienen por la solidaridad de los trabajadores. Si hubiera mejores salarios la Seguridad Social iría mejor. Y si en algún momento no llega el dinero pues tendrá que salir de los Presupuestos, como sucede con el ejército, la monarquía o esas macroinfraestructuras que no sirven para nada”.

siete amamas En el grupo hay siete mujeres, todas amamas. “Momentuz, ondo. Gogorra? Ez”, comenta Paqui, de Bermeo, cuando se le pregunta cómo lleva el quinto día seguido de caminata. Entre bocado y bocado, evocan el episodio vivido en el colegio Nuestra Señora de la Aparecida de Orduña, en el que los profesores invitaron al grupo de veteranos a explicar su causa a los niños. “Fue muy emotivo, a las amamas se les saltaban las lágrimas. Ellos son el futuro. Y, si se les explica bien, los chavales comprenden perfectamente por qué luchamos”, dice Luki.

Desde Barcelona se ha sumado a la marcha Paco, y desde Santander, Pablo. También hay pensionistas de Asturias, Aragón o del mismo Miranda. Mención especial merece Ángel, de Zalla, que se niega a subir a la furgoneta de apoyo pese a su cojera producida por la artrosis. “Estoy convencido de que tengo que seguir. A mi cuadrilla y a mi mujer, que sepan que estoy bien. Seguimos fuertes”, se despide al retomar la marcha apoyado en dos bastones.

la hora del hamaiketako. Los 34 pensionistas partieron ayer desde Miranda de Ebro para terminar en Pancorbo. A mitad de camino compartieron un rato con DEIA. Todos los días empiezan a andar a las ocho de la mañana y terminan hacia el mediodía, unos 20 kilómetros por jornada. Llegarán el 15 de octubre a Madrid, donde presentarán sus reivindicaciones al Congreso.

apoyo de todo el estado. Aunque la mayoría del grupo es de Bizkaia, se han sumado a la columna norte otros jubilados de Asturias, Cantabria, Burgos, Aragón y Catalunya. Además, el día 15 la marcha confluirá con la columna sur, que ha partido de la localidad gaditana de Rota también en dirección a la capital del Estado. El 16 de octubre han convocado en Madrid una gran manifestación.