BILBAO - El PSOE no sabe cómo corregir el ataque realizado a la primera industria del Estado español, la de automoción, tras dejar circular un programa político en el que se abogaba por prohibir la venta de coches con motores de combustión en 2040. Tras rectificar horas después pero dejar el mal hecho al añadir incertidumbre a un mercado en descenso, ahora la ministra española de Industria en funciones, Reyes Maroto, afirma que todo fue un “error” y rechaza que se vaya a prohibir la comercialización, entre otros, de los vehículos con motorización de tecnología diésel a partir de 2040, a la vez que subrayó el “compromiso” del Gobierno español con “una transición ordenada” en la automoción con un plan de apoyo que se configurará en los próximos años.

El problema es que la credibilidad del Ejecutivo en este tema es mínima y los continuos cambios de opinión del PSOE no ayudan nada, ni a la industria del automóvil, ni al objetivo que dice perseguir que no es otro que la reducción de emisiones a la atmósfera.

Es más, ayer el consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, cuestionó públicamente el debate que ha reabierto el Gobierno español en torno a la posible prohibición de la comercialización de coches con motores de combustión, -a gasolina, gasóleo y gas-, para el año 2040, ya que cree que hablar de eso es “no ser realista”.

Imaz, en línea con las declaraciones realizadas en todos los ámbitos de la industria de automoción, considera que hablar de prohibiciones a 20 años vista lo único que consigue es provocar que a los ciudadanos “les entre miedo”.

Este temor, según el dirigente de Repsol, lo único que hace es que los ciudadanos sigan aplazando las decisiones de compra de un coche nuevo, con el resultado negativo de que el parque automovilístico español, ya de por sí envejecido, siga desfasándose, aumentando así las emisiones contaminantes a la atmósfera y provocando el efecto contrario al objetivo buscado. Es más, Imaz recordó que tanto la economía como la sociedad española “están haciendo sus deberes” en el proceso de descarbonización, ya que las emisiones contaminantes se han reducido en un 23% en los últimos 14 años. “Ya me gustaría a mí que el mundo hubiese evolucionado igual”.

Por ello, en el sector de la industria vasca no dudan en criticar, por “incoherente e irresponsable”, la postura del PSOE en la materia porque no es la primera vez que genera alarma en el sector con su anuncio de prohibición por lo que se cuestiona la credibilidad de las palabras de la ministra de Industria, Reyes Maroto, que ayer aseguró que el Gobierno de España “nunca” ha hablado de una “prohibición” de venta de coches de combustión a partir del año 2040, y achacó ese extremo a un “error” en el documento que el presidente en funciones y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, entregó a Podemos de cara a un acuerdo de investidura y para la formación del Ejecutivo.

“Nosotros nunca hemos hablado de prohibición”, afirmó la ministra, a la vez que intentó explicar que dicho “error” - ya “corregido”- obedece a que la “versión” de la propuesta presentada no era la “definitiva”.

Los días contados del diésel La cuestión es que la ministra de Transición Energética, Teresa Ribera, ya ayudó hace un año a hundir el mercado de las motorizaciones a gasóleo al afirmar que “el diésel tiene los días contados”. Posteriormente, el mismo Ejecutivo socialista, al presentar el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, ya incluyó una redacción en la que se prohibía comercializar a partir de 2040 cualquier tipo de automóvil con un motor de combustión.

Y la tercera vez ha sido la redacción del programa para pactar con Podemos. Por lo tanto, achacar a un error de redacción puede funcionar una vez pero tres veces da que pensar. Y es algo preocupante porque el Estado español es uno de los diez mayores productores mundiales de vehículos, el segundo de Europa tras Alemania, con cerca de 3 millones de unidades.

Dos millones de empleos Según Anfac, el sector factura unos 66.000 millones de euros anuales, genera más de 30.000 millones de euros en ingresos fiscales y emplea, entre trabajadores directos e indirectos, a cerca de 2 millones de personas.

Además, es la primera industria exportadora del Estado, representa el 10% del PIB y cuenta con 17 fábricas en diez comunidades autónomas.

Y esta industria, sin necesidad de declaraciones altisonantes del Ejecutivo o del partido que lo sostiene, tiene un complicado reto por delante porque España no es el país europeo mejor posicionado en la transición hacia el vehículo eléctrico.

Por ello, el sector agradece que Reyes Maroto afirme ahora que el Ejecutivo está dispuesto a trabajar con la industria de cara a llevar a cabo una “transición ordenada” en la comercialización de turismos. El problema es que las ventas siguen cayendo, entre otras cosas, por la indecisión de los consumidores que ante las declaraciones altisonantes del Gobierno no saben qué tipo de vehículos comprar.

Para los que afirman que 20 años es mucho tiempo solo hay que recordar que la flota de coches que circula por las calles españolas tiene más de 12,5 años de antigüedad.