EN la báscula que pesa la intensidad y el esfuerzo el peso era parejo, por mucho que las apuestas cantasen con crueldad de salida un doble a sencillo a favor de Iker Irribarria y José Javier Zabaleta, dos fuerzas desatadas de la naturaleza. Eran los elegidos para levantar la voz, para pronunciar el monólogo de la victoria anunciada de la fortaleza y la pegada seca como el sarmiento. Eran el puño cerrado y la certeza de que reina, en estos tiempos, la mano dura. Gobiernan sus vientos. En frente aparecieron un hijo de Zaratamo, Danel Elezkano, y otro de Bergara, Beñat Rezusta, dos pelotaris forjados en la fragua. Al primero se le atribuían valores como la imaginación y el buen sentido, además del corazón desatado al jugar en su tierra, Bizkaia; a Beñat, la resistencia infinita. Cuesta tumbarle, como al roble. Ambos llegaban a la final con las credenciales de dos hombres dispuestos a vaciarse, a dejarse la piel en cada pelota.

Ese fue la gran verdad de las predicciones. Elezkano y Rezusta, intensos de principio a fin, defendieron cada palmo de tierra como si les fuese la vida; con tanta voracidad y alma en cada pelotazo que se dirían que eran Chiellini y Bonucci, esa pareja de centrales del calccio inasequibles tras cada balón.

Ya el sol del amanecer del partido cegó a los visionarios. ¿Cómo, 4-0 de salida? Era la inesperado. Allá donde Bizkaia ocupaba las gradas se voceaba con fuerza, se aplaudía cada tanto con ilusión. Los seguidores de Irribarria, también sonoros, esperaban. “Se desatará la tormenta”, decían. Pensaban.

En los preámbulos del partido, aún en la calle, el diputado general de Bizkaia, Unai Rementeria; el alcalde Bilbao, Juan Mari Aburto; la diputada Lorea Bilbao, Karmelo Ariznabarreta, presidente de la Federación de Bizkaia; Gotzon Enbil, quien fuera puntista y hoy es presidente de la Federación Vasca; la presidenta de Juntas Generales de Bizkaia, Ana Otadui, y la portavoz y y consejera de Educación del Gobierno de Nafarroa, María saludaban e intercambiaban pareceres con las amamas de Elezkano, ambas con fe inquebrantable en Danel. En otra esquina de la explanada, se encontraban el australiano Jannik Blair, el norteamericano Joshua Turek y el mexicano Luis Jasso, tres fabulosos jugadores del Bidaideak Bilbao BSR, quienes llegaron acompañados por Txema Alonso. Aguardaban con curiosidad el desarrollo y desenlace del partido. Ya cerca de las taquillas se saludaron Fernando Azkarate, presidente del Consejo Mundial de pelota vasca; los viejos pelotaris Jorge Nagore e Iñaki Iza y el propio Go-tzon Enbil. En ese corrillo y otros más de profesionales ya advertían algo. “Cuidado, que no hay tanta diferencia”, se oía, aunque fuese un secreto sotto voce.

Tras ese despegue insólito de los no favoritos (llamémoslos así...), hasta el 6-1, la cátedra era un runrún. A Elezkano y Rezusta comenzaron a caérsele las pelotas bajo la txapa. Y volvió la burra al trigo. “No van a aguantar el bombardeo”, decían unos. “Les podrán los nervios”, apostillaban otros. Fueron, en efecto, equilibrándose las fuerzas y los cartones: 6-5 o 9-8 hasta llegar al 10-10, primer empate en el ecuador del partido y un tanto emocionante, con los pelotaris rodando por los suelos y las gradas encendidas. A unos les temblaba el corazón y a otros el bolsillo. Entonces, Zabaleta, a quien ya le brillaban los pelotazos, estrelló uno al colchón. Ahí llegó el segundo despegue de los pelotaris del calccio, si es que se puede decir así.

Testigos de todo ello eran los expresidentes del Athletic José Julián Lertxundi, José María Arrate y Fernando Lamikiz; el legendario Kotetxo Ezkurra; el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, Joseba Aurrekoetxea, Koldo Narbaiza, Kepa Peñagarikano, Jon Ortuzar, Javier Zalbidea, Carlos Casamitjana, Oier Etxebarria, campeón del parejas de segunda; Jon Zarandona o Carmen Tapia entre otros. El frontón hervía cuando Irribarria se sacudía nervios y precauciones. De nuevo volvieron los vaticinadores. “Ya decía yo”, se le escuchó decir a más de uno.

Se estaban midiendo fuerzas dos titanes, con Rezusta convertido a la fe del sí se puede con una zurda que ardía y Elezkano, creyente en los imposibles con defensas inauditas y remates con pólvora; con Irribarria resucitado para la causa y Zabaleta, erre que erre, dale que te pego. El partido casi se electrocuta de tanta cuanta electricidad llevaba en cada pelotazo. Tantos intensos. En llamas. El frontón entraba en ebullición con el 21-17 y ni les cuento con el 21-19. No lo desmentirán Iñaki Bea, Aitor Esteban Abel Barriola, Eduardo Ruiz de Gordejuela, Carlos Lazaro, Xabier Elorriaga, Javier Garate, Martin Alustiza; el cocinero Juanan Zaldua, Juan Manuel Vela, Joseba Ruiz de Loizaga, Ane Aiestaran y así hasta los 3.000. Cuando el último zambombazo de Irribarria, con fe en la remontada, sonó metálico, todo estalló. Quienes vieron la batalla la recordarán tiempo allá.