SI se les llama Guerreras será por algo. Por ese subcampeonato continental de 2008 que lograron contra todo pronóstico, rompiendo techo. Y por ese tercer puesto en el Mundial de 2011, a cuyas semifinales accedieron con una victoria sobre la bocina ante la anfitriona Brasil. Pero si en algún momento la selección estatal de balonmano femenino se mereció más que nunca ese apelativo tan bélico y combatiente fue en los Juegos de 2012. Fue en esa cita londinense cuando el grupo dirigido por el bilbaino Jorge Dueñas tuvo que afrontar ocho batallas para subirse por primera vez a un podio olímpico. Al último escalón, sí; pero que pareció el primero. Y es que la medalla de bronce que se colgaron las Guerreras fue logrado contra rivales más fuertes, más técnicas y probablemente mejor preparadas. Pero con la pizarra de Dueñas, el carácter de la amurriarra Eli Pinedo, los goles de la donostiarra Nely Carla Alberto y el tesón de la gasteiztarra Patricia Elorza, la selección estatal fue ganando combates hasta plantarse en la lucha por las preseas.

Con todo, ni fueron sencillos los Juegos ni la llegada a ellos. De hecho, a pesar de ese tercer puesto en el Mundial de 2011, España tuvo que esperar hasta el segundo preolímpico, el penúltimo, para conseguir el billete definitivo. Así que, a dos meses del encendido del pebetero, la selección estatal se aseguró ser una de las doce aspirantes al oro de Londres. Sin embargo, la mala suerte se cebó con las Guerreras en el sorteo de la primera ronda porque llamar grupo de la muerte al grupo en el que quedó encuadrada sería ser demasiado benigno: Noruega, considerado por aquel entonces el mejor equipo del mundo; Francia, subcampeona mundial; Dinamarca, cuarta mundial; Suecia, subcampeona continental; y Corea del Sur, revelación constante de los Juegos. Esos fueron los rivales -además de Suecia, la cenicienta- con los que España tuvo que lidiar para pasar a cuartos de final. Por lo que las de Dueñas comenzaron perdiendo. 27-31 ante la siempre sorprendente Corea del Sur. Después, un empate ante Francia (18-18), aunque meritorio, obligó a las Guerreras a ganar para mantenerse con opciones en la siguiente fase. Lo lograron ante Dinamarca (24-21), Suecia (25-24) y Noruega (20-25); por lo que finalmente pasaron tan holgadas que el cruce de cuartos les resultó hasta benévolo.

Croacia era un rival complicado, pero a años luz de los oponentes a los que se habían enfrentado en la fase de grupos; por lo que las dirigidas por Dueñas afrontaron el encuentro con confianza y con una Pinedo en modo apisonadora. Sus siete goles no solo convirtieron a la extremo en la máxima goleadora del partido, sino que también metieron a España de lleno en la lucha por las medallas (25-22). Sin embargo, poco duró en la pugna por las preseas porque Montenegro le puso los pies sobre el parqué (26-27). De hecho, la semifinal fue un mal encuentro de España, que se desangró en las pérdidas de balón y que acusó, a la vez, la falta de ritmo y de calma. A pesar de ello, las estatales cayeron con honores, compitiendo hasta el último aliento. Manteniendo la reputación y su sobrenombre intactos. Entonces entró en juego la psicología de Dueñas, que tuvo que levantar en tiempo récord, en apenas dos días, a una plantilla derrotada, extenuada y molida.

la angustia

Y es que en la lucha por el bronce las Guerreras volvieron a encontrarse con Corea de Sur. El primer rival de los Juegos que, además, les ganó. Pero esta vez la batalla era diferente. Más importante y embarrada. Era por un bronce olímpico. Así que ni las asiáticas ganarían tan sencillo, ni las estatales se dejarían vencer con tanta facilidad. Con todo, nueve pérdidas de balón en los primeros 20 minutos hicieron presagiar lo peor. Este mal comienzo dio alas a las surcoreanas, que se lo creyeron y se pusieron cuatro arriba. Sin embargo, Dueñas estuvo rápido y movió el banquillo. Funcionó y al descanso consiguió empatar la contienda (13-13). A partir de entonces, la igualdad fue máxima. Tanto que fueron necesarias dos prórrogas para desbaratarla. En la primera, España tuvo una renta mínima, pero la fatiga le condenó a unas nuevas tablas (28-28). En la segunda, con las piernas muertas y el aliento seco, las Guerreras tiraron de pasión y garra. De la fuerza que solo sale del alma. Se pusieron de nuevo arriba y defendieron esa posición con sangre y sudor. Y con un 29-31 agónico y agotador, la selección estatal de balonmano femenino se colgó su primer bronce olímpico.

El conjunto entrenado por Dueñas necesitó 70 extenuantes minutos para conseguir ganar (29-31) a Corea del Sur

El bronce de Londres 2012 es hasta el momento única medalla olímpica del combinado femenino del balonmano estatal