Maider Unda daba saltos de alegría sobre el tapiz. la última presea en liza de la categoría de -72 kilos de los Juegos de Londres

Porque Unda no salió de la nada. De hecho, antes de Londres 2012, la alavesa había logrado ya 13 campeonatos de España. Es decir, desde que la Federación Española de Luchas Olímpicas estableció la categoría femenina, allá por 1998, Unda había sido la total y absoluta dominadora estatal. Apenas dejaba respirar en su categoría. Llegó a sus primeros Juegos, los de Pekín, con 31 años y sorprendiendo a quienes no la conocían. Se plantó en la pelea por las medallas con autoridad y fuerza, pero perdió el desempate por el bronce. Se quedó a un paso del podio. Terminó quinta. “Este deporte es muy duro, hay una gran diferencia entre contar con una medalla olímpica y acabar en el quinto puesto. Yo viví esa diferencia y por eso sé que, aunque parezca un pasito de nada, es un paso muy grande. Por eso estar preparada psicológicamente es clave y lo que yo viví en Pekín me sirvió para saber que en la competición quien manda es la cabeza”, explicó Unda en Londres 2012, ya con el bronce al cuello.

Y es que tras el varapalo de los Juegos de Pekín, a la alavesa se le clavó una espina. Así que se preparó a conciencia para, cuatro años después, poder quitársela. Fue tercera en el Mundial de 2009 y fue tercera en el Europeo de 2010. Pero entonces una lesión de rodilla, de menisco y ligamentos, la apartó del Campeonato Mundial de 2011, ese que repartía las principales plazas olímpicas. Se desanimó, pero lo justo. La espina seguía incrustada. Tenía que sacársela. Así que volvió al tapiz con más fuerza que nunca. Y se llevó el preolímpico. Volvió a ser bronce en un Europeo, esta vez de 2012. Por lo que Unda se plantó en los Juegos de Londres pletórica.

Compitió tres veces en un mismo día. Y eso que el sorteo le hizo quedar exenta de la primera ronda. El combate de debut fue sencillo ante la colombiana Betancur, pero en cuartos necesitó de tres asaltos para superar a la mongola Ochirbatyin. Entonces, en semifinales, apareció su bestia negra de Pekín, la búlgara Stanka Zlateva; que tiró de técnica para mandarla al mismo punto que en los anteriores Juegos: luchando por el bronce. Sin embargo, en esta ocasión, Unda no decayó. Había aprendido de sus errores. Solo quedaba demostrarlo. Aprovechó su mejor arma, la fuerza, y entró agresiva. Atacó, atacó y atacó, hasta conseguir puntuar. En ese momento, la alavesa no frenó, sino que subió la intensidad. Fue a cara de perro. Y, en el segundo asalto, fue de nuevo la única en puntuar. “El último combate fue muy importante psicológicamente. Sabía que tenía que estar encima de ella porque debía estar más cansada que yo, y tenía que cansarla más. En el primer asalto he entrado muy fuerte y me he crecido. El segundo me ha costado bastante”, explicó. Es decir, en dos asaltos por la mínima (1-0 y 1-0), Unda se colgó el bronce y se sacó la espina.

Más allá de la lucha

Aún en los Juegos de Londres, pero ya con la presea al cuello, Unda avisó que probablemente esa fuera su última cita olímpica. No mintió puesto que decidió retirarse profesionalmente de su deporte en noviembre de 2016, tras más de dos décadas siendo la mejor luchadora estatal. Con todo, Unda siempre fue mucho más que una deportista. Su vida siempre tuvo muchas más aristas además de la lucha. Por eso, ahora la alavesa es muy feliz como ganadera y quesera en el caserío familiar de Olaeta. Donde empezó todo.

Un año antes de los Juegos de Londres, Unda sufrió una lesión de rodilla que le obligó a alterar sus entrenamientos

“Viví la diferencia entre un quinto puesto y una medalla por eso sé que estar mentalmente preparado es la clave”, dijo Unda