Cuenta Leire Olaberria, en una entrevista concedida recientemente al Comité Olímpico Español (COE), que si bien “cada objetivo, cada victoria, tiene su grato recuerdo”; es realmente la cita olímpica de Pekín la que tiene grabada en la memoria porque “fue algo inolvidable ya que supuso cumplir un sueño de niña”. Y es que la medalla de bronce que la pistard guipuzcoana logró en dichos Juegos no solo fue el mayor éxito de su carrera, sino también el primero. Fue el comienzo de una larga reputación que, hasta el momento, solo se había ganado dentro de las fronteras estatales. Es decir, Pekín 08 puso el nombre de Leire Olaberria en el escenario internacional. Hasta entonces había sido una desconocida para el mundo. Pero poca culpa tuvo el planeta porque lo cierto es que la guipuzcoana tan solo llevaba cuatro años en esto del ciclismo en pista cuando subió al último escalón del podio. Antes había probado con el atletismo -batió el récord estatal de los 100 metros lisos en la categoría juvenil- y el patinaje. Pero hasta que no se subió a una bicicleta no encontró el verdadero amor. “Por casualidades de la vida acabé montada en una bicicleta. Mi recorrido empieza con 27 años. Llego a los Juegos con 31 pero con un recorrido muy corto de apenas cuatro años. Fueron circunstancias, no decisiones personales, sino que otros me llevaron hasta allí. Pero cuando llegué me di cuenta de que era el sitio donde quería estar, donde iba a conocer mis verdaderos límites”, reconoce Olaberria.

Así pues, desde el primer momento se supo que la guipuzcoana tenía cualidades para ser buena. Muy buena. De hecho, el ciclismo en pista femenino estatal, que apenas podía reunir a 20 corredores, se le quedó pequeño muy pronto. De hecho durante un par de temporadas Olaberria copó todos los títulos posibles, daba igual la modalidad o las rivales. La guipuzcoana siempre ganaba. Así que tuvo que salir fuera para mejorar y probarse. Y, apenas tres años después de comenzar como pistard, justo en el Mundial previo a los Juegos de Pekín, la vasca ya estaba entre las cuatro mejores de la modalidad de puntuación. Con todo, llegó a la cita olímpica siendo todavía una desconocida. Una cara anónima en la época de Marianne Vos, la holandesa todoterreno que monopolizaba los éxitos en pista, ruta y hasta ciclocross. Por lo que Olaberria, con ganas de demostrar su potencial en el escenario más mediático del deporte, se pegó a ella. La marcó tan de cerca que llegó a puntuar tras ella en dos sprints. Sin embargo, Vos no estaba dispuesta a hacerle la carrera a nadie, así que tiró de insultante superioridad para ganar vuelta a todo el pelotón, situarse tras él y esperar pacientemente a que terminaran las cien vueltas al velódromo. Es decir, el oro estuvo claro desde el pistoletazo inicial. La holandesa se lo colgó con 30 puntos. Pero la plata y el bronce aún no tenían dueña.

Por eso Olaberria se esforzó hasta el final, pugnó todos los esprines que las piernas les permitieron y llegó al último, de doble puntuación, todavía con oxígeno. Lo compitió con la cubana Yoanka González, que finalmente se llevó la plata con 18 puntos; pero en ese último sacrificio, la guipuzcoana sumó tres a su bagaje particular. Acumuló 13, lo que supuso un empate en el tercer puesto con la colombiana María Luisa Calle. Sin embargo, en los resultados oficiales, los que cuentan, el nombre de la vasca se colocó primero por haber disputado más esprints. Es decir, la tenacidad y combatividad de la vasca le auparon al tercer escalón del podio olímpico. Así, Olaberria dejó de ser anónima. Así, comenzó su ciclo triunfal.

Maternidad

Un bronce olímpico, otro mundial, un oro y un bronce europeos, dos oros, una plata y un bronce en la Copa del Mundo y más de una veintena de títulos de campeona de España. Sin embargo, Olaberria declara que el mayor éxito de su vida ha sido volver a sentirse ciclista tras ser madre. “Fue complicado. Volver a la competición supuso un reto enorme, quizá más difícil que conseguir la medalla olímpica porque es partir de cero. Fue un aprendizaje muy potente, muy importante para la vida”. De hecho, la guipuzcoana hizo viral la fotografía en la que subió al podio con su hijo tras ganar, junto a Eukene Larrate, el oro en la modalidad de madison del campeonato estatal de 2017. Un imagen que no estuvo exenta de polémica pero de la que Olaberria se sintió muy orgullosa: “El título mundial se me resistió y por eso insistí tanto pero ahora quizá la etiqueta que más me gusta ahora mismo es la de ser ama”.