Zuazo 26

Cicar 23

ZUBILETA EVOLUTION ZUAZO: Velasco (2), Hernández (1), Sánchez (5), González, Isabel (3), Barros, Aalla, Arozamena, Loidi (7), Encina, Erauskin (3), Puigbó (1), Bengoetxea (1), Blázquez, Romero y Magdalena (3).

CICAR LANZAROTE: De Miguel, Cabrera, Harchaouin (3), Morales, Sáenz, De León (2), Torres (4), Trujillo (3), Orowicz (2), López (3), Romero (6), Pessoa, Eduardo, Marín y Paez.

Parciales: 2-0, 5-3, 7-6, 8-8, 10-10, 12-12 (al descanso); 14-13, 17-15, 18-18, 21-19, 24-22 y 26-23.

Árbitro: Josep Millán y Aitor Izquierdo excluyeron a Puigbó del Zuazo; y a Torres, Romero, Pessoa y Eduardo del Cicar.

Incidencias: Partido disputado en Lasesarre a puerta cerrada.

El Zubileta Evolution Zuazo solo sabe ganar sufriendo. Lo hizo hace cuatro días en el encuentro ante el Puerto del Carmen y lo hizo también el lunes ante el Cicar Lanzarote Ciudad de Arrecife (26-23). De hecho, el objetivo de las rojinegras era quitarse el mal sabor de boca de la victoria in extremis ante el colista de la Liga Guerreras Iberdrola, pero lo cierto es que, aunque volvieron a sumar dos importantísimos puntos, todavía mantienen un regusto amargo.

El encuentro comenzó con un Zuazo bien plantado en defensa, lo que permitió una holgura en el marcador que auguraba un partido mucho más tranquilo que el del pasado viernes ante el Puerto del Carmen. Pero solo fue un espejismo. Porque un tiempo muerto del Cicar espabiló a las canarias, que ajustaron su juego y comenzaron a acercarse en el luminoso. Consiguieron el empate a los quince minutos. Las rojinegras intentaban darle ritmo al partido, mover la pelota con velocidad. No darle al rival la opción de pensar. Pero les pesaban las piernas. Era el segundo partido en 72 horas y el cansancio se notó en las imprecisiones. Joseba Rodríguez se desgañitaba en la banda, arengando a las suyas; pero los constantes errores en ataque ensombrecieron una notable labor defensiva y dieron alas a un Cicar que logró irse al descanso con tablas en el luminoso (12-12).

En la segunda mitad, el Zuazo intensificó aún más su defensa y Maddi Aalla se estiró para echar el cerrojo; pero la mirilla siguió desviada, por lo que las rojinegras no conseguían despegarse del Cicar. La máxima diferencia era de dos tantos, insuficientes para manejar el final del encuentro con tranquilidad. Y a falta de tres parciales llegó la exclusión de Naia Puigbó. Con una más, las insulares se crecieron, confiaron, y consiguieron el empate (18-18). Se avecinaba un desenlace de infarto, pero el conjunto barakaldarra ya es experto en estas lides y supo manejar mejor los tempos y, sobre todo, tuvo la guardameta más acertada para llevarse otros dos puntos que, sin embargo, no quitan el mal sabor de boca.