mAIALEN Chourraut (1983, Lasarte-Oria) debería estar descansando en casa tras una exigente estancia en Tokio, donde estaba previsto que este verano se celebraran los Juegos Olímpicos. Sin embargo, la palista guipuzcoana se encuentra en Praga preparando el Campeonato de Europa de piragüismo, la que será su primera competición tras la crisis sanitaria. La capital checa acogerá del 18 al 20 de septiembre la prueba senior de eslalon, una cita que en esta ocasión no servirá de clasificatoria para los Juegos -puesto que lo será el Europeo de Italia del año que viene-. Es decir, Praga no otorgará billetes olímpicos, pero a Chourraut le da igual. La palista vasca ya está clasificada para el K1 de Tokio, pero la decisión de la Federación Española de Piragüismo de cancelar todos los eventos hasta noviembre provocó que sea precisamente este Campeonato de Europa su primera competición posconfinamiento. El primer examen en su preparación hacia Tokio.

“El aplazamiento de los Juegos fue al principio un palo muy grande porque es una fecha muy marcada en el calendario, pero ahora me lo tomo como una nueva oportunidad. Una gran ocasión para prepararme y llegar a los Juegos Olímpicos de 2021, si es que se hacen. Porque toda la ilusión la tenemos puesta en ellos”, explicó la propia Chourraut desde el canal checo.

De hecho, la guipuzcoana está entrenando en Praga, pero con la mente puesta en sus recuerdos olímpicos. Porque hace cuatro años Chourraut se proclamó campeona en los Juegos Río de Janeiro. Hace cuatro años, la palista de Basque Team superó las 24 puertas del canal brasileño en apenas 98,65 segundos. Fue la más rápida. Fue la única en bajar de los 100. Fue, sencillamente, la mejor. Descendió velocísima, remó sin errores y resolvió cada remonte con una destreza casi perfecta. Estuvo rotunda. Estuvo solvente. Superior. Enseguida intuyó que iba a ser medallista, que probablemente mejoraría el bronce cosechado en los Juegos de Londres 2012. Pero cuando giró su cabeza para ver el registro que había firmado, se echó las manos a la cabeza. 98,65 segundos. El tiempo más dorado de su carrera. Con todo, a pesar de liderar la clasificación, todavía quedaban dos rivales por comparecer. Sin embargo, apenas consiguieron acercarse al crono marcado por la lasartearra. Así que hace cuatro años, Chourraut se subió al escalón más alto del K1 olímpico, flanqueada por la neozelandesa Luuka Jones, plata con 101,82 segundos, y la australiana Jessica Fox, bronce con 102,49. “Fue una medalla muy soñada, muy visualizada, pero que hasta el momento en el que la conseguí era un sueño. Cuando vi el tiempo que había hecho fue un momento de locura. Fue un momento inolvidable que ha quedado marcado en el recuerdo para siempre”.

El susto

Ahora, Chourraut se encuentra enfrascada en la preparación del Europeo de Praga, su primera prueba en el camino hacia Tokio. Atrás dejó tres meses sin poder tocar el agua, de entrenamientos en casa y de incertidumbre deportiva y sanitaria. Sin embargo, si algo le enseñó la medalla de oro de Río fue que, con trabajo y actitud, se le puede dar la vuelta a cualquier susto. Y es que hace cuatro años la lasartearra estuvo a punto de quedarse fuera de la pugna olímpica a las primeras de cambio, en la primera clasificatoria. La palista se saltó una puerta y finalizó última. Tuvo pie y medio fuera. Pero supo resarcirse para seguir viva. Y el resto es historia. “Hace cuatro años que gané esa ansiada medalla de oro, pero las clasificatorias fueron muy duras. Casi me quedo fuera, pero luego una buena semifinal y, sobre todo, una buena final hicieron que por fin mi sueño se hiciera realidad”, dijo Chourraut al recordar la más brillante de sus siete medallas internacionales.