Bilbao - Se le hizo corto a Jon Rahm el Masters de Augusta. Cuando se encontró metido de lleno en la pelea, con un liderato que parecía imposible asaltar a un solo golpe, los hoyos restantes eran ya demasiados escasos. El vizcaino tuvo que competir en las dos primeras jornadas del torneo con el reflejo de los múltiples focos que acompañan a Tiger Woods de manera continuada. Lo hizo bien y la atención mediática siguió presente. Pero un tercer día regular le dejó fuera de las quinielas y alejado de las cámaras. Así, desde la sombra, Rahm casi la lía. El golfista de Barrika necesitaba una jornada perfecta y esperar que la enorme terna de candidatos cayera en barrena. Y casi estuvo a punto de conseguirlo. Le faltaron tres golpes para alcanzar a Tiger Woods en lo más alto de la clasificación, pero se fue con el consuelo de haber acabado por segundo año consecutivo entre los diez primeros del Masters.

“He estado más cerca de lo que pensaba que iba a estar, sobre todo viendo cómo ha empezado el día. Al final como el año pasado, creo que he empezado un poco atrás”, declaró el vizcaino al finalizar el torneo. Y es que lo suyo fue un sprint final demoledor. No fue el mejor de los arranques. Rahm estuvo lastrado por los dos bogeys cometidos en los primeros hoyos, pero a partir del séptimo se desato. Un eagle y tres birdies. Su nombre empezó a escalar posiciones y después de estar a centímetros de hacer un hoyo en uno en el 16, se colocó a un punto del entonces líder Francesco Molinari. Pero ya no quedó margen para la reacción. Los errores del pasado le condenaron. Tuvo que conformarse con el noveno puesto y con la sensación agridulce de no haber provocado el despertar de su juego mucho antes. “Mucha lucha para estar donde estoy y queda mucho por trabajar. En comparación con el resto de los que están arriba me ha faltado una vuelta de -6 o -7 para darme una opción”, apostilló el vizcaino.

Rahm marchó de Augusta con la duda de que hubiera pasado si el acierto le hubiese acompañado en los primeros hoyos. Un mal segundo golpe en el tres y una incorrecta lectura en el seis acabaron con la esperanzas verdes del barrikoztarra. Sin nada que perder, Rahm empezó a disfrutar en Augusta. Dos misiles teledirigidos en el ocho le llevaron al eagle, que dio más fuerza aún al birdie logrado en el siete.

El vizcaino incluso estuvo cerca de protagonizar el golpe del día al quedarse a centímetros de embocar en un solo golpe en el hoyo 16. Tuvo que conformarse con el birdie y con meter algo de miedo a unos líderes que no fallaron, dejando a Rahm con un agridulce noveno puesto después de que su colmillo voraz llegara tarde a una cita que no permite el más mínimo retraso.