IÑAKI Ochoa de Olza escaló doce ochomiles, rechazó el uso de oxígeno artificial y buscó vías alternativas. Protagonizó innumerables expediciones al Himalaya y disfrutó de la montaña hasta 2008, cuando el Annapurna (8.091 metros) se lo llevó. El escalador navarro quiso atacarlo por su cara sur, expuesta y peligrosa, para conseguir domar una cumbre que todavía no había conseguido. Sin embargo, en plena ascensión, comenzó a encontrarse mal. Decidió darse la vuelta y bajar. Así que su compañero de expedición, Horia Colibasanu (Rumanía, 1977) tampoco lo dudó y descendió con él. Estaba a un paso de la cima, estaba físicamente fuerte. Vital. Pero emprendió la bajada junto a su amigo porque intuía que algo no iba bien. De hecho, no llegaron al campo base porque un edema cerebral y otro pulmonar dejaron a Iñaki inconsciente. Entonces, Colibasanu pidió ayuda y se quedó junto a su amigo durante tres días, cuidándole e hidratándole. Esperando a una asistencia que llegó tarde. Ahora, once años después, el cuerpo de Iñaki continúa en el Annapurna y, aunque el rumano bajó, es consciente de que su mente nunca abandonará esa ladera nevada. “No voy a olvidar ese episodio nunca, aunque pase el tiempo. Pero es muy complicado hablar de ello, hablar de lo que ocurrió allí arriba y de las decisiones que se tuvieron que tomar. Es doloroso volver a recordarlo”, reconoce Colibasanu.

Ahora, el alpinista rumano es uno de los protagonistas de la décimo segunda edición del BBK Mendi Film Bilbao-Bizkaia, pero recuerda que la primera vez que estuvo en este festival de cine de montaña fue hace años y fue, precisamente, para hablar “de esa expedición en la que perdimos a Iñaki”. Y es que, aunque le resulte doloroso expresarlo, Colibasanu se acuerda todos los días del alpinista navarro. Ambos eran amigos. Eran hermanos en la montaña y, por eso, “siempre voy a tener a Iñaki en mi mente”. De hecho, el rumano reconoce que la gran mayoría de las expediciones que ha realizado y de los proyectos que desea protagonizar están relacionados con su colega fallecido: “Para mí fue un maestro, me transmitió todos sus conocimientos y ahora yo intento completar sus sueños. Quería escalar el Everest sin oxígeno artificial, quería escalar el Kanchenjunga, quería abrir rutas que nadie más imaginó... Quiero hacerlos realidad”. Y es que, aunque la montaña le ha quitado muchas cosas y muchas personas, Colibasanu regresa a ella una y otra vez. “Para mí es como una obsesión. Es amistad, lealtad y libertad. Las montañas son peligrosas y te juegas la vida, pero también te dan cosas maravillosas. Te ponen en el camino correcto de la vida”, finaliza.

su película Colibasanu protagoniza Superhombre, una película que podrá disfrutarse esta tarde (19.30 horas, Sala BBK) dentro del marco del Mendi Film. En ella, el alpinista rumano explica cómo intenta compaginar su trayectoria en la montaña con su vida normal, de trabajo e hijos: “Quiero mostrar a la gente que la vida de los alpinistas tiene mucha más normalidad de la que se piensa. El título es irónico porque soy un chico normal que ama su trabajo, a su familia y a sus amigos”. De hecho, Colibasanu reconoce que “tan solo un 10% de mi vida está dedicada a los entrenamientos y a las expediciones, el 90% restante es muy normal”. Así, Superhombre “pretende ser una película sobre la escalada en el Himalaya pero, a la vez, es un documental sobre mi vida en la montaña y sobre mi vida más cotidiana”, concluye el que fuera compañero de cordada de Iñaki Ochoa de Olza.