Quizás Christian Eriksen (Middelfart, 14-2-1992) no debería estar hoy en el MHP Arena de Stuttgart. Probablemente, tampoco debería haber estado en ningún campo de fútbol los últimos tres años. Porque el 12 de junio de 2021, en el Estadio Parken de Copenhague, el centrocampista estuvo “muerto unos cinco minutos”. Cerca del descanso del duelo inaugural ante Finlandia, en una jugada sin trascendencia, tanto como un saque de banda. y sin haber notado antes ningún síntoma porque “todo había sido normal, como cualquier día de partido y me sentía bien”, Eriksen cayó desplomado al suelo con una parada cardiorrespiratoria. La imagen conmocionó a todo el mundo, sobre todo a sus compañeros, menos a la UEFA, que obligó a continuar el partido una vez se supo que el jugador había recobrado sus constantes vitales.
Eriksen estará con su selección en el duelo ante Eslovenia, aunque en realidad ya disputó el Mundial de Catar hace dos años en un retorno que asombró a todo el deporte. Pero en esta Eurocopa cierra un círculo tras esquivar la tragedia. La razón es un desfibrilador subcutáneo que se tiene que activar cuando detecte alguna anomalía en el ritmo cardiaco del centrocampista danés. “Por suerte, hasta ahora no ha tenido que saltar y espero que no lo tenga que hacer nunca”, comenta Eriksen, que recuerda aquel episodio como unos minutos, hasta que le reanimaron completamente, “en que todo se quedó en negro. Cuando desperté, pensé que mi problema estaba en la espalda y me preocupé por si podía mover las extremidades. Me acuerdo de todo, menos de esos cinco minutos”.
Los médicos intervinieron con celeridad y diligencia, tantas que pocos días después Eriksen ya estaba siguiendo los partidos de su equipo, pese a los consejos de su novia Sabrina en sentido contrario. Dinamarca llegó a las semifinales de esa Eurocopa y el jugador que había yacido casi muerto unas semanas antes tuvo tiempo de visitar a sus compañeros en la concentración y tratar de ayudar con un impulso anímico.
Pensó entonces, con 29 años, “que no iba a poder jugar más al fútbol”. Pero la medicina moderna le ha ayudado y él tuvo que hacer un importante trabajo mental para quitarse los miedos, la ansiedad que le podía producir la posibilidad de que el problema pudiera repetirse. Sin embargo, desde su regreso a los campos ha recuperado toda su pujanza física, aunque eso no le permite tener licencia en cualquier país. Cuando ocurrió el incidente, Christian Eriksen tenía contrato con el Inter, pero tuvo que rescindirlo porque en Italia no le permiten jugar en sus circunstancias. Tampoco en España sería apto, por lo que el danés tuvo que regresar a Inglaterra. Primero, fichó por el modesto Brentford “al que le tengo que agradecer la confianza que tuvieron en mí y las facilidades en el contrato” y las dos últimas campañas ha militado en el Manchester United, uno de los grandes de Europa.
Divertirse
Al final, a Christian Eriksen, jugador de clase, despliegue y criterio, le impulsa “el amor al fútbol”, pero nunca ha dejado de preguntarse qué pudo ocurrir aquel día en el Parken de Copenhague. Ahora no tiene un papel principal con los Diablos Rojos de Old Trafford, pero ni falta que le hace. “He aprendido que lo que hay que hacer realmente es disfrutar mientras estás aquí y también de lo que venga, como jugar a fútbol. Si no me divirtiera, haría otra cosa”, asegura con todo el sentido común que le faltó a la UEFA en su momento.