eL liderato compartido por Barcelona y Real Madrid al cabo de medio campeonato refleja el avance del equipo de Zinedine Zidane. El año anterior, los azulgranas conquistaron su séptimo título liguero de la década con el Madrid descolgado a casi veinte puntos. El miércoles en el Camp Nou la igualdad en la tabla bien pudo romperse en favor de los blancos, en lo que fue un desafío frontal al campeón. Aducir que también el Athletic plantó cara al Barcelona, de hecho le ganó en la primera jornada, no resta un ápice de dificultad a la visita del próximo domingo al Santiago Bernabéu, escenario tradicionalmente muy ingrato.

¿En qué ha mejorado el Madrid? Pues, aunque le ha costado, se diría que el técnico galo ha ensamblado un bloque distribuyendo responsabilidades entre un número mayor de jugadores, a fin de superar el vacío causado por la marcha del egocéntrico Cristiano Ronaldo. Lo colectivo ha adquirido preponderancia y para ello ha apostado por elementos dispuestos a esforzarse, algunos nuevos como Valverde o Mendy y otros que han tenido que pasar por el aro de la solidaridad para hacerse un hueco. Isco y el discutido Bale serían exponentes de este segundo grupo.

Se acabó la dependencia de la estrella mediática, ahora corren todos, presionan, se implican y, eso sí, permanecen muy atentos a Benzema, el socio ideal para sus compañeros que, además, golea. Tras años de regatearle el halago, de repente el entorno madridista reconoce a pies juntillas la enorme valía del falso ariete.

El actual proceso regenerador guarda cierto paralelismo con una iniciativa de Zidane que revalorizó la conocida como segunda unidad (Lucas, Asensio, etc) y zanjó el debate en torno a Casemiro, utilizado como arma arrojadiza para hundir a Rafa Benítez. Por cierto, el ancla brasileña está sancionado, una noticia positiva para el Athletic porque nadie como él equilibra un grupo con tendencia a dominar y atacar.

La citada ausencia no sería el único factor que sobre el papel computa en favor del Athletic. El Madrid ha invertido un formidable gasto energético esta semana. Los empates de Mestalla y Camp Nou le han exigido vaciarse hasta el pitido final. En los dos casos resultó evidente que la consigna estribaba en apretar a fondo el acelerador de inicio. Lo hizo y le valió para marcar la pauta. La superioridad que plasmó hasta el descanso le hizo acreedor a ventajas que sin embargo no obtuvo y en las segundas partes el panorama fue otro. Al Valencia le igualó en el tiempo añadido y contra los azulgranas el choque estuvo abierto hasta la conclusión.

FIRMEZA DEFENSIVA De lo anterior cabría deducir que la pegada del Madrid se ha resentido, pero a cambio está en condiciones de alardear de su balance defensivo. Ha recibido doce goles, los mismos que el Athletic, ocho menos que el Barça. Parece una consecuencia lógica de la aplicación que muestran los chicos de Zidane en el robo y el repliegue.

Estos datos e impresiones invitan a esperar que el Athletic proponga un encuentro del alto voltaje, donde el ritmo y la agresividad serían sus bazas más interesantes. En realidad, lo son normalmente, pero esta vez tendrá que ser más beligerante si cabe porque le aguarda un enemigo distinto a los que suele enfrentarse: el Madrid no le hace ascos a la batalla y encima es una potencia de primer nivel en la faceta técnica. Si los rojiblancos se las apañan para forzar al máximo la maquinaria merengue, sus opciones subirán. Combinar la contrastada solidez sin balón con acercamientos a Courtois, es una fórmula que puede acabar pasando factura al anfitrión del Bernabéu.