LA etapa inaugural de los Pirineos, con dos puertos de primera en el recorrido, sirvió para poco porque los favoritos decidieron reservarse pensando en la crono. En ese aspecto, la jornada resultó decepcionante. Para mí fue una sorpresa la actitud de muchos. Era un buen día para probar, pero todos optaron por guardar fuerzas pensando en la crono de Pau y en las dos etapas pirenaicas que restan. La contrarreloj será un punto de inflexión en este Tour de Francia. El lado bueno, sin duda, fue la actuación de Pello Bilbao, que luchó hasta el final por hacerse con el triunfo de etapa. Pello jugó muy bien sus cartas, pero Simon Yates tuvo más chispa para hacerse con la victoria. No se le puede poner ni un pero al gernikarra. Pello dijo que llegó algo fatigado a meta, que le faltaron piernas para remontar. El Giro que disputó y en el que ganó dos etapas está también en ese cansancio. Además, no era un esprint sencillo por los rivales. No eran cojos, precisamente. Así que, visto lo visto, aunque ser segundo siempre genera cierta frustración, creo que puede estar contento.