bilbao -Enrique Sanz (Euskadi-Murias) es un ciclista contracultural. Ser esprinter en Euskal Herria, tierra de montañas, de paisajes abruptos, donde las aristas cortan las postales y los puertos garabatean las carreteras caprichosas, es una rareza. Cuando menos, una singularidad. Dedicarse al esprint tiene cierto aire conmovedor y responde a un acto de rebeldía, más si cabe en un ecosistema donde las luminarias responden al arquetipo de ciclistas que se manejan con decoro en las alturas. Sanz responde a otro perfil en el que es imprescindible poseer una gran personalidad y obligatorio es el atrevimiento, ese que se necesita para vestir con sombrero aunque no haya sol. Enrique Sanz es un ciclista a contracorriente, un amante de la velocidad, un especialista en un país sin ellos, con apenas huella en asuntos de rapidez. Sanz no sigue una estela, tampoco un rastro. Persigue a su instinto, la patria de los esprinters, tipos dispuestos a jugarse el pellejo en ese vis a vis con el riesgo, tan presente que encoge el atrevimiento. Sanz respira adrenalina. Lo hace deprisa. A todo trapo.

Por eso las condecoraciones se le amontonan a Enrique Sanz en el cajón de la gloria, a rebosar en un curso maravilloso. El velocista navarro es el rey de la velocidad que decora la vitrina del Euskadi-Murias. Cada triunfo del equipo vasco le pertenece, al menos en su celebración. “Siempre parece imposible superarnos pero lo seguimos haciendo. Y es gracias a la labor de todo un equipo que cree en sus posibilidades y que trabaja como tal”, expuso Jon Odriozola, mánager del equipo. Sanz, espumoso y bullicioso tras tomar el testigo de Jon Aberasturi, que se fue al Caja Rural, tricotó en la Vuelta a Castilla y León su cuarto triunfo de la campaña. Fue el día del adiós de Sergio Higuita de la Fundación Euskadi. El colombiano bautizó al equipo naranja y ahora pone rumbo al Education First.

Otra muesca más para la culata del revólver de Sanz. El navarro es un proyectil, el hombre bala del Euskadi-Murias. Su tirador más certero. Hizo diana tres veces en Portugal, en la Volta al Alentejo, presente su punta de velocidad en el callejero luso. Cargado con la pólvora de la confianza, en Sanz se estiró nuevamente al podio en el cierre de la carrera, que consagró la victoria final de Davide Cimolai (Israel Cycling). Sanz venció con enorme solvencia el esprint. Fue el fogonazo que le abrió los brazos para abrazar otro laurel en un curso estupendo para él. Eso a pesar de que al inicio de la etapa, el navarro se fue al suelo y tuvo que reactivarse. Apagar y encender. “He tenido mala suerte y me he caído en la bajada del segundo. Me he podido levantar y gracias a los compañeros del equipo he podido entrar en el pelotón. Entonces, he reseteado, me he olvidado de la caída y me he centrado en la llegada. Y he podido rematar de la mejor manera”, dijo, Sanz, el del sombrero.

1. Enrique Sanz (Euskadi-Murias)3h54:17

2. Joao Matias (Vito-Feirense)m.t.

3. Jordan Parra (Postobon)m.t.

4. Jon Aberasturi (Caja Rural)m.t.

5. Stefano Oldeani (Kometa)m.t.

1. Davide Cimolai (Israel Cycling)13h02:18

2. Guillaume Boivin (Israel Cycling)a 15’’

3. Jerome Cousin (Direct Energie)a 18’’

4. Daniel Bennati (Movistar) a 17’’

5. Jonathan Lastra (Caja Rural)a 20’’