El Lointek Gernika Bizkaia apareció hace tres cursos en la Eurocup casi pidiendo permiso. Su primer rival fue el Girona y hoy (20.00 horas, Maloste), después de una progresión constante, librará la primera batalla en busca de meterse entre los ocho mejores equipos de la competición. El club ya no es aquel novato que llega a un territorio desconocido. Ahora maneja los códigos y mecanismos del torneo, pero no ha dejado de ser David en un territorio lleno de gigantes, de Goliaths que siempre parten en ventaja y a los que el Gernika debe derribar con sus limitados recursos. Porque entre los 16 equipos que se mantienen en la Eurocup, solo el Cadi La Seu, que debuta este año, está radicado en una localidad con menos habitantes. Los 17.000 habitantes de Gernika y su pabellón de apenas 650 espectadores parecen algo minúsculo al lado de ciudades como Moscú, Estambul, Atenas, Ankara o Valencia, donde no por casualidad disputan sus partidos algunos de los favoritos al título.

Hay otros clubes de poblaciones de menos de 40.000 habitantes como el Polkowice polaco o el Landes de Mont-de-Marsan, pero que cuentan con patrocinios potentes y mucho recorrido en el baloncesto europeo. El rival de hoy de las vizcainas, el Atomeromu Szekszard, es también uno de los clásicos del baloncesto húngaro. Representa a una localidad de casi 32.000 habitantes y cuenta con un pabellón con capacidad para 1.100 personas, algo por lo que el Gernika se daría con un canto en los dientes, dadas sus circunstancias actuales. El pasado 4 de enero, 5.500 espectadores vieron en Miribilla su victoria ante el Mann-Filter, pero eso fue una excepción bonita, pero seguramente irrepetible. Desde ese día, queda la certeza de que el Gernika necesita una instalación que responda a las necesidades de un club que se codea con la élite y que cada año da un paso más y también que haga justicia al hecho de que en Bizkaia la práctica del baloncesto es mayoritaria entre las niñas.

Aunque se pongan todos los medios, Maloste no da más de sí y eso es un freno a las aspiraciones deportivas del club ya que impide captar más socios, tampoco permite crear unas buenas condiciones para el trabajo diario ni ubicar a los equipos de esa cantera que es santo y seña de la entidad. Los rivales de la Eurocup miran sorprendidos a su alrededor cuando llegan a la pequeña cancha gernikarra e, incluso, alguna de las jugadoras que recalan por primera vez en la villa foral preguntan si esa es la pista de entrenamiento. "Sí, y también la de los partidos", reciben como respuesta. A falta de un pabellón más grande, los recursos económicos deben salir de otro lado, bien del lado de las instituciones o de los patrocinadores. Lointek firmó un acuerdo por tres temporadas que ha dado mucho oxígeno a la gestión de la directiva de Gerardo Candina, pero de la parte política, más en estos tiempos de reclamación de la igualdad, se espera un respaldo mayor. Porque, por ejemplo, resulta llamativo que las jugadoras del Lointek Gernika tengan que pagar por usar las instalaciones en las que desarrollan su trabajo.

una alternativa fallida Esa jornada exitosa que se desarrolló en Bilbao llevó a muchos a pensar que la capital podía ser una buena alternativa en busca de esos recursos. Quizás sí para momentos concretos de la temporada, pero el club es de Gernika y debe seguir en Gernika, siempre que sea posible. Porque cabe recordar que el equipo jugó su primera temporada de la Eurocup en La Casilla y la respuesta de público estuvo lejos de ser la esperada. Quizás influyeron el desconocimiento, la mayor oferta de ocio de Bilbao o que simplemente la realidad es esa, pero esa apuesta no se mantuvo y para las dos últimas presencias en la competición el equipo regresó a Maloste ya que no merecía la pena el esfuerzo logístico que suponía trasladarse.

Citas como la de la pasada campaña ante el Galatasaray o la de hoy mismo ante el Szekszard en un Maloste abarrotado merecían un marco más adecuado y una mayor repercusión social, pero es lo que hay a rebufo de un crecimiento continuo y el Lointek Gernika tiene que responder a las expectativas que genera con su rendimiento y que el entorno alimenta. Los viajes por Europa pegan un buen bocado al presupuesto, pero el equipo ha crecido mucho desde que la disputa, se ha convertido en un destino apetecible y ya ha demostrado que deportivamente puede con ella. Pero mientras no encuentre la manera de asentar una base por encima de los 1.000 socios, el Lointek Gernika seguirá obligado a multiplicar los panes y los peces, a vivir en un continuo milagro para mantenerse en la élite.