aYER se cumplían exactamente 17 meses desde aquel fatídico derbi en el que el Bilbao Basket certificó su descenso a la Liga LEB. Aquel silencio sepulcral que marcó el final de aquel encuentro disputado el 13 de mayo de 2018 poco tenía que ver con el absoluto delirio que se vivió en Miribilla al acabar el encuentro en el que los hombres de negro cosecharon su tercer triunfo del curso. Como la noche y el día. Quizá en consonancia con el momento que vivía el Bilbao Basket en aquella época y el que está viviendo en este inicio de campaña. El “¡¡Que bote Miribilla!!” atronó como en las grandes ocasiones para poner el punto y final a cerca de dos horas en las que la marea negra volvió a ser fundamental para que los pupilos de Álex Mumbrú tumbasen a otro equipo de Euroliga.

En los prolegómenos del encuentro tuvo lugar una kalejira que sirvió para que ambas aficiones calentasen motores de cara a un derbi que se preveía de alto voltaje. Alto voltaje y altos decibelios. Desde la misma presentación, la marea negra se volcó con los suyos como en las grandes ocasiones... Porque lo era. En cada defensa, en cada ataque, en cada disputa, la afición del Bilbao Basket ponía su granito de arena para tratar de hacer más liviano para los suyos el enfrentarse a un equipo de Euroliga. También apoyaba a sus excompañeros desde las primeras filas a pie de pista uno de los grandes artífices de la vuelta del Bilbao Basket a la ACB, Kevin Larsen. Tampoco quisieron faltar a la cita Fede Van Lacke y el portero del Athletic, Iago Herrerín. Así, todos a una, los hombres de negro fueron tomando las primeras ventajas y con el triple de Axel Bouteille que ponía el 10-5 Miribilla rugió para continuar subiendo la temperatura del derbi. Y es que la afición encontró motivos más que de sobra para impulsar a los suyos. La lucha, la garra, el pelear por cada balón como si fuera el último es algo que, tradicionalmente, enciende al público bilbaino y este Bilbao Basket, hasta la fecha, está mostrando ese ardor guerrero más allá de su acierto de cara al aro. Pasito a pasito, el Bilbao Basket iba haciendo camino y mediado el segundo cuarto, con 10 puntos de ventaja la parroquia bilbaina estaba exultante con su equipo.

Pero los aficionados locales sabían que habría que apretar los dientes, que el Baskonia reaccionaría... Y los gasteiztarras lo hicieron. Y ahí fue cuando la marea negra mostró su mejor versión. Ni los continuos parones vividos en el tercer cuarto por el uso del Instant Replay -a este paso ir a un partido de baloncesto va a ser como ir al hospital, uno sabe cuándo entra pero desconoce cuándo sale- enfriaron el infierno. Precisamente, una de las grandes expresiones de alegría llegó tras la última de las ocasiones en las que el trío arbitral recurrió a la repetición. Quedaban 14 segundos y los colegiados rectificaban su decisión y daban la posesión al Bilbao Basket. Se celebró como si de un triple se tratase, parecía que de esa decisión dependiera el sino del partido... Y es que así era en gran parte. Con los dos tiros libres anotados pro Schreiner para cerrar el partido, Miribilla estalló de alegría y volvió a botar como en los grandes triunfos. Nada que ver con aquel silencio sepulcral de hace 17 meses porque, de momento, la marea negra tiene motivos más que de sobra para sonreír.