Gernika - El sonido del balón fue la única compañía de Juana Molina (Manzanares, 1991) en un verano atípico. En su mente solo estaba la rehabilitación de su rodilla y volver a jugar con el Lointek Gernika era su gran objetivo. Tras meses de trabajo, cumplió la meta al inicio de la presente temporada y esta noche ante el Clarinos (20.00 horas) se reencontrará con la afición gernikarra.

¿Cómo se siente a pocas horas de volver a jugar en Maloste?

-Volver a Maloste y sentir a nuestra gente va a ser un regalo. No tengo nervios, porque no soy una persona nerviosa, pero sí esas ganas de que lleguen las ocho y poder estar disfrutando de todo.

Aunque en el partido ante el Clarinos no habrá momento para el sentimentalismo.

-Efectivamente. En esta liga los equipos han subido la plantilla a niveles muy altos y cualquiera de los que supuestamente debe estar abajo, va a dar guerra. Todos los partidos en casa hay que sacarlos y, tanto el descenso como la entrada en la Copa, van a estar muy reñidos.

¿Qué tal se sintió cuando se reincorporó al equipo definitivamente?

-Esta pretemporada ha sido muy especial debido a que he vuelto diez meses después de una lesión importante. La empecé como si fuera un junior que subía de categoría.

¿Y la primera vez que saltó a la cancha?

-En el primer partido, cuando estaban presentándome y a punto de jugar con mis compañeras, sí que me tuve que frenar un poco y tranquilizarme. El hecho de estar en la dinámica de equipo y formar parte de todo esto es un regalo. Debutar con buenas sensaciones ya es otro mundo.

Pero para llegar hasta aquí ha tenido que trabajar mucho.

-Fueron momentos duros. Me lesioné en noviembre, me operé en diciembre y ahí empezó mi rehabilitación. No perdí el contacto con el equipo y estuve con ellas desde la banda. Luego fue un verano distinto, en el que viví por y para mi rodilla. Gracias al cuerpo técnico y al médico fue mucho más fácil, pero es verdad que entrenar en solitario, en un deporte colectivo, es bastante duro. Se hizo pesado pero ahí están los resultados. Ahora me encuentro súper bien y solo miro para delante.

¿Le ayudó haber vivido ya una lesión en su rodilla?

-No fue tan grave como esta, ya que, entre comillas, solo me rompí el cruzado. Sí que me ha ayudado a conocer los plazos, las sensaciones y a saber que, a veces, cuando se da un paso para atrás se dan dos para delante. Me ayudó a darme cuenta que era normal lo que estaba pasando por mi cuerpo y por mi cabeza.

La lesión le ha hecho trabajar más aspectos además de su rodilla.

-Así es. Primero hay que trabajar mentalmente, ya que esto es un ochenta por ciento en este tipo de lesiones. Hay que ser muy constante y consciente de dónde estas y lo que queda por trabajar, ya que a veces se puede hacer aburrido. Físicamente, es trabajo de rodilla y de todo el cuerpo. Porque la rodilla es lo que se pone nuevo y lo que mejor está. El resto del cuerpo olvida todo. De hecho, fue empezar la pretemporada y tenía dolor en todo el cuerpo menos en la rodilla.

A pesar de no saber cómo volvería, el Lointek Gernika decidió renovarla.

-En Gernika había jugado una temporada entera sin lesionarme, por lo que ya me conocían. El club lo tuvo claro desde el primer día y yo también. Para mí, afrontar el verano sabiendo que me querían en el equipo fue un aliciente para recuperarme mucho mejor.

¿Qué sensaciones le trasmite ahora esa rodilla?

-Una lesión así nunca deja de estar. Sé que mi rodilla no es mi rodilla y que tengo que trabajar el doble para que no vuelva a ocurrir. Cada día me levanto como el primer día, a hacer rehabilitación, sobre todo muscularmente, y con las mismas ganas.

¿Cuál es su meta ahora que está plenamente recuperada?

-Mi mayor objetivo es disfrutar de todo esto. Para mí el año pasado fue muy duro, al tener que vivir desde fuera el gran año del Gernika. Por eso mi objetivo era competir, poder entrenar con las mejores y lo estoy cumpliendo. Lo que venga ahora, bienvenido sea. Obviamente, voy a luchar por jugar y ayudar al equipo, pero al tener una lesión así te planteas las cosas de otra manera.