SE ha hablado de muchos entrenadores antes de que finalmente le ficharan a usted; ¿se considera un segundo plato, una última opción?”. “No sé si te sorprendió la primera llamada, cuando te dicen que el Real Madrid estaba interesado en ti”. “Quería preguntarle sobre las críticas de diferentes voces sobre su falta de experiencia”. “¿Te preocupa la reacción negativa que ha tenido cierto sector de la afición tras tu llegada”. Estas fueron algunas de las cuestiones a las que tuvo que enfrentarse en junio de 2011, en una sala de prensa prácticamente vacía, Pablo Laso en su presentación ante los medios de comunicación como nuevo entrenador del Real Madrid. Su puesta de largo fue muy distinta a la protagonizada por Ettore Messina dos años antes (palco de honor del Bernabéu, presencia de Florentino Pérez...), pero el ciclo del italiano acabó con un saldo frustrante y la llegada del técnico gasteiztarra, procedente del Gipuzkoa Basket, parecía no colmar las expectativas de una entidad en la que los cambios de rumbo en cuanto a entrenadores y jugadores eran por aquel entonces constantes en la búsqueda de la recuperación de la gloria perdida. Para muchos, incluso dentro del club, Laso no reunía los estándares de experiencia, palmarés, carisma y atractivo mediático necesarios para ponerse al mando de la nave blanca. Le consideraban un parche, una medida pasajera a la espera de encontrar algo mejor en el mercado.

Ocho años después, Pablo Laso figura ya con total merecimiento entre los técnicos más laureados en la exitosa historia del Real Madrid, completando con la conquista del último título de la Liga Endesa un ciclo de arrollador dominio en las competiciones estatales y recuperando el brillo de antaño a nivel continental. Desde que el alavés se sienta en su banquillo, el conjunto blanco ha participado en 33 competiciones oficiales, alcanzando la final en 24 de ellas y levantando el trofeo en más de la mitad: 17. Durante este periplo, ha conquistado cinco veces la ACB (siempre ha llegado a la final), otras tantas Copas, cuatro Supercopas, dos Euroligas (llegó a la Final Four otras cuatro veces, perdiendo dos veces el duelo por el título) y una Intercontinental. Con un bloque inamovible desde el primer día formado por Sergio Llull, Jaycee Carroll y Felipe Reyes -Rudy Fernández arrancó de blanco el curso 2011-12 pero regresó a la NBA cuando acabó el lockout para volver a Madrid la siguiente campaña-, Laso ha ido apuntalando su plantilla con tremendos jugadores (Walter Tavares, Facundo Campazzo, Gustavo Ayón...) al tiempo que ha ido perdiendo otros (Luka Doncic, Nikola Mirotic, Sergio Rodríguez...) para mantener en el tiempo una fórmula ganadora que, además, ha reenganchado al público merced a su estilo de juego desenfadado y espectacular.

El renacimiento de la sección de baloncesto del club blanco de la mano de Laso es indudable. Las cinco ligas ACB ganadas desde 2011 son las mismas que el Real Madrid se había adjudicado los 25 años previos a su llegada. Y más sangrante es el caso de la Copa, trofeo que no ingresaba en las vitrinas blancas desde 1993 y que en estos últimos ocho años ha caído en sus manos en otras cinco ocasiones. En lo referente a la Euroliga, los blancos solo se han quedado dos años fuera de la Final Four con el gasteiztarra como inquilino de su banquillo, algo que en el periplo anterior se había convertido en habitual. Sus dos títulos (2015 y 2018), sus dos finales perdidas (2013 y 2014) y su tercer puesto este curso han devuelto al club el prestigio perdido en la lucha por el gran cetro continental. Y todo de la mano de Pablo Laso, que ha pasado de discutido sin que hubiera llegado a debutar en el banquillo madridista a todo un coleccionista de éxitos.