Bilbao - Para entender lo acontecido ayer en Miribilla, la eufórica lava que fundió el graderío del infierno cuando Thomas Schreiner engatilló el triple de ocho metros que abría de par en par las puertas del retorno a la ACB a 15 segundos del final del duelo definitivo, hay que retroceder en el tiempo. Concretamente, 385 días.

13 de mayo de 2018. Delante de 9.842 incondicionales que se temían ya lo peor, el Bilbao Basket firmó su acta de defunción deportiva en la Liga Endesa tras caer por 74-78 ante el Baskonia. Pero ocurrió que siete días después, sin nada ya en juego, más de 8.000 personas volvieron al Bilbao Arena. Y cuando arrancó la singladura por la LEB Oro allá por el mes de octubre, las gradas no se vaciaron y más de 6.000 incondicionales siguieron escoltando al equipo en su lucha por regresar a la élite. La llama no se apagó, ni mucho menos y ayer, 2 de junio, justo ocho años después de que el baloncesto vizcaino viviera una de las mayores gestas de su historia con el triunfo ante el Real Madrid que clasificó a los hombres de negro para la final de la ACB, el conjunto dirigido por Álex Mumbrú reconquisto el territorio perdido en una final taquicárdica a la que dio carpetazo Schreiner con su triplazo y acabó con una explosión de euforia digna de los grandes días. Porque el de ayer lo fue. Y mientras arriba todo eran abrazos y lágrimas de felicidad, abajo los protagonistas dieron rienda suelta a su alegría. Soltaron amarras con la presión, el cansancio y la taquicardia y celebraron a lo grande su condición de ACB. Javi Salgado subido a la valla brazos en alto, puños apretados y destrozando sus cuerdas vocales, Jaylon Brown llorando de pura satisfacción, Kevin Larsen corriendo de un lado a otro abrazando a todo el que pasara a un metro suyo, Tomeu Rigo cortando la red, Álex Mumbrú queriendo dejar al protagonismo a sus jugadores pero sin librarse del clásico manteo... Imágenes que ya son historia como las del ascenso de quince años atrás en León.

Fue el desenlace perfecto para dos días de emociones fuertes en los que el Bilbao Basket tuvo que hacer bueno eso de que el cansancio solo es un estado mental. Con menos de 24 horas de descanso tras una semifinal durísima ante el Melilla, los hombres de negro tuvieron que batirse el cobre frente a un Palma sobradamente armado que no vendió nada barata su piel. Como en muchas de las finales, hubo mucho más pico y pala que pasarela. Pegaba uno, respondía el otro, amagaba con despegarse la escuadra anfitriona, se agarraba con uñas y dientes el balear. Una tortura que llegó a su último minuto con empate a 55 puntos. La cerradura de las puertas del cielo empezó a girar cuando Brown, que hasta un triple convertido pocos minutos antes había jugado un partido horrible, pegó un brinco marca de la casa para convertir un dos más uno celestial y luego llegó el triple de Schreiner, el que acabó obligando a lo de Félix Alonso a sacar la bandera blanca. Y para poner la guinda perfecta, el 62-55 con el que acabó el duelo lo facturó Salgado. Final perfecto.

Máxima igualdad En el amanecer de la contienda, el Bilbao Basket necesitó cinco ataques para inaugurar su marcador, pero al Palma no le dio tiempo a coger vuelo. Y cuando Schreiner enchufó dos triples frontales seguidos (acabó con un brutal 5 de 7) y Leo Demetrio, soberbio partido el suyo, finalizó un dos más uno, las cosas se pusieron a favor de los de Mumbrú (11-4). Los de Alonso se encomendaron a Fran Guerra, pero seguían siendo los anfitriones los que actuaban con más brío para colocar un 18-8 a 2:19 del final del primer cuarto. Sin embargo, los hombres de negro no fueron capaces de dar continuidad a su buen momento ofensivo y los baleares se revitalizaron con la entrada en escena de Erik Quintela para firmar un 0-7. El primer acto se cerró con un 21-15. Al Palma le costaba fluir cuando el Bilbao Basket le obligaba a jugar largo, pero hacía mucho daño con el rebote ofensivo. Así, las constantes vitales de la cita fueron equilibrándose y el Palma colocó el empate a 24. Sin embargo, otro triple de Schreiner terminó con los minutos de desacierto de un equipo bilbaino al que su magnífico trabajo defensivo le permitió volver a coger impulso. El Bilbao Basket cerró su pintura a cal y canto, forzó un par de pérdidas y amenazó con noquear a su rival con un 33-25, pero el Palma no se rindió.

Guerra cometió su tercera personal nada más reanudarse el encuentro y el plan del Bilbao Basket pasó a ser explotar su emparejamiento con Larsen, pero fue el danés el que se puso con cuatro faltas. Con Brown empanado y Matulionis desacertado, fue Demetrio el que acudió el rescate con siete puntos casi seguidos para evitar el sorpasso, pero la falta de claridad en ataque hizo que a los diez minutos finales se llegara con un inquietante 42-40. Cuatro puntos de Barber pusieron por delante al Palma (42-44) y el partido entró en una fase peligrosa, con ambos equipos intercambiando aciertos y errores. Un triple de Brown a 4:16 dio aire a los suyos (53-49), Guerra y Barac respondieron (55-55) y todo apuntaba a un cara o cruz, pero Brown y Schreiner dieron un paso al frente para rubricar el Kaixo ACB.