CUANDO sonó la puerta de Luis Eduardo Jasso (León, México, 1996) su vida dio un giro de 180 grados. Al otro lado apareció un hombre con una propuesta inesperada: la posibilidad de unirse a un equipo de baloncesto en silla de ruedas. Jasso escuchó con recelo la oferta y decidió ir a probar a pesar de que nunca había montado en una silla. Ya no faltó a ningún entrenamiento. El baloncesto se convirtió en el día a día de este mexicano. Ese deporte completamente desconocido para él se transformó en su pasión. Los objetivos cambiaron y un nuevo mundo se abrió de par en par. Primero, llegaron las competiciones internacionales con la selección nacional y luego el gran salto, cruzar el océano Atlántico para seguir con su progresión. Esta campaña, Jasso fichó por el Bidaideak Bilbao BSR y su sueño se unió al del club bilbaino. La gloria europea es el gran objetivo y hoy arranca la fase final de la Euroliga 1 en la localidad inglesa de Sheffield. Los dirigidos por Esteban Núñez aspiran a lograr su primer título y son uno de los favoritos de la segunda competición europea.

Estar en esta situación es algo que Jasso nunca se hubiera planteado en su infancia. “Con trece años, un hombre vino a mi casa y me preguntó qué discapacidad tenía. Le dije que no sabía, porque yo no lo consideraba una discapacidad, y que no podía jugar en una silla de ruedas, porque yo caminaba”, recuerda, antes de explicar que “mi discapacidad si no ando, no se nota, pero tengo las rodillas en forma de equis hacia dentro y eso me provoca problemas para caminar largas distancias y de estabilidad”. El jugador del Bidaideak Bilbao BSR decidió ir a un entrenamiento a descubrir este deporte y no fue difícil convencerle para que volviera. “Fui a probar y me gustó. Tenía muchas ganas de jugar a esto y me interesó un montón”, afirma. El mexicano reconoce que su vida cambió a partir de ese día en el que llamaron a su puerta. Tres cursos después, empezó a formar parte de la selección sub’23 de México y con el paso del tiempo consiguió ganarse un hueco en la absoluta.

Actualmente, Jasso es una figura consagrada dentro del baloncesto en silla de ruedas de México, pero sus inicios no fueron sencillos. Solo el hecho de adaptarse a la silla necesitó su tiempo. “Nunca me había subido a una y era muy difícil, porque se necesita fuerza en los brazos. Al principio, me costó mucho, porque quería empujar la silla más rápido y para ello hacía fuerza con los pies y me levantaba”, cuenta. Para aprender necesitó horas y también pagar el precio de las caídas y las secuelas físicas del entrenamiento. “Sufrí muchos golpes, demasiados, y lo que peor llevé eran las ampollas. Las manos tienen que curtirse para que no salgan más. Ahora ya las tengo curtidas, pero al principio era un sufrimiento estar todo el día con ampollas y agujetas”, añade.

Pasado el sufrimiento y a la hora de mirar atrás, el leonés está satisfecho con el trabajo realizado y ve que tiene recompensa. El baloncesto no fue su sueño de la infancia, ni una posibilidad en la mente, pero ahora es mucho más que un deporte, es una forma de vida y un continuo aprendizaje de lecciones. “Fue algo inesperado y debo al baloncesto muchas cosas que tengo en mi vida. Por ello es mi deporte favorito, el que más amo. Me ha dado un montón y me ha enseñado mucho”, afirma el mexicano. Una de las cosas más valiosas es el prisma con el que observa la discapacidad: “Me han enseñado en la cancha y en la vida cotidiana, sobre todo, cómo ven la discapacidad, ya que la discapacidad no es física, es mental. Tú pones tus propias piedras en el camino y decides si romperlas o no”.

Experiencia en bilbao Una de las trabas que se encontró Jasso en su tránsito vital fue la escasez de recursos que tienen los jugadores de baloncesto en silla de ruedas en México. “Solo hay dos torneos al año, uno sub’23 y otro nacional. Además, son únicamente de tres o cuatro días. Estamos entrenando todo el año para jugar solo unos días y, aparte, tampoco tenemos apoyos económicos”, detalla. Eso repercute en el nivel de la selección, que últimamente no está logrando grandes resultados. Por eso, los jugadores deciden salir a jugar fuera del país, la mayoría de ellos a Estados Unidos y unos pocos a España. “Somos varios los que estamos en la liga española. Vinimos para aprender y trabajar y que eso ayude a que la selección esté un poco más arriba”, comenta Jasso, que añade: “Esta es una de las mejores ligas del mundo y nos viene bien jugar contra campeones mundiales y paralímpicos”.

Algunos de ellos están en su propio equipo y muchos otros son sus adversarios cada semana. A partir de hoy, tendrá una dura prueba ante rivales de mucho mérito. El Bidaideak Bilbao BSR arranca la Euroliga y en la fase de grupos se enfrentará al Koln 99ers alemán, a los anfitriones del Sheffield Steelers y al Besiktas turco. Será otra oportunidad más para los bilbainos de hacerse con un título, una lucha en la que no terminan de rematar. “Llevamos varias finales perdidas y estamos con un poco de mal sabor de boca, aunque ahora estamos preparados y tenemos la oportunidad de conseguir el título que tanto estábamos esperando”, afirma Jasso. El mexicano comparte el sueño del club en su primer año en Bilbao y solo está “enfocado” en terminar la Euroliga 1 y la Final Four “como campeón”. Deseos inimaginables en la infancia que ahora son la gran obsesión de Jasso.