bilbao - El Bilbao Basket lleva toda la temporada tratando de encontrar aquello que más le conviene para sacar adelante los partidos. La construcción de la plantilla y el gusto del entrenador inclinan la balanza a llevar un control estricto de los partidos, pero la realidad es que el equipo parece ser más efectivo cuando el ritmo se acelera. Ayer ante el Prat los hombres de negro elevaron su cuenta de tiros de campo a 68, el listón marcado en sus anteriores victorias, y sus porcentajes de tiro fueron los mejores de todo el curso. A ello ayudó encontrarse con un equipo ligero, pero el Bilbao Basket puso de su parte al atacar desde la defensa y generar muchos tiros rápidos que en este baloncesto de ahora suelen ser los más buscados por la mayoría de los entrenadores.

Porque, de hecho, los de Álex Mumbrú sufrieron en varios tramos del choque cuando tuvieron que jugar ataques más elaborados en los que no encontraron ventajas claras y en los que casi el único que tocaba el balón era el base. Esta vez los tiros exteriores entraron, con un 44% en triples que casi no recordaban ni los más viejos del lugar. A nadie le importaría ayer que el Bilbao Basket lanzara 27 triples, más que el otro día ante el Palma y más que en los tres partidos anteriores. De lo que se trata es de lanzar, cuanto más mejor y si se puede, más que el rival porque es lo que acaba por decantar los partidos en condiciones normales de efectividad y también cuando el acierto es menor. Es una perogrullada, pero lanzar a canasta supone tener un 50% de posibilidades de anotar; no hacerlo es quedarse con la duda y cuando se apuesta a ganador está claro cuál es la opción a escoger.

Se trata de elevar el listón de la exigencia para los rivales, sobre todo en casa, donde el Bilbao Basket promedia casi 90 puntos a favor en sus cuatro últimas victorias. Ahí nadie o casi nadie llega en esta LEB Oro en la que la media de puntos por equipo es de algo menos de 75. Cuando el conjunto vizcaino ha conseguido superar esos dígitos de anotación solo ha sumado dos derrotas. Además, cuando consigue superar los 65 lanzamientos de campo por partido, sin contar los tiros libres, su balance es de siete victorias y dos derrotas.

Con más tiros es posible involucrar a más jugadores y ayer, de nuevo, seis acabaron por encima de los diez puntos. En esa búsqueda de la canasta sin tanta elaboración inocua, el Bilbao Basket volvió a encontrar la mejor versión de Leonardo Demetrio, esa que necesita de la movilidad y la velocidad para brillar, y también de Kevin Larsen, quien sacó más rendimiento cuando puso su corpachón a correr que cuando quiso jugar en el tráfico de la zona. Sus dos primeros tiros tras posteo se quedaron cortos, pero más adelante pudo anotar tres veces al contraataque.

Después de 26 jornadas, ya está claro que en la plantilla bilbaina no abundan los jugadores creativos con el balón en las manos, sobre todo cuando hay que tener paciencia para leer y desentrañar las defensas rivales, pero jugar con más posesiones y con espacios más amplios lleva al equipo a reducir también su número de pérdidas de balón. En este sentido, ayer llamaron la atención las cinco asistencias de Iván Cruz y las cuatro de Jaylon Brown, entre ambos repartieron tantas como los como los dos bases juntos.

el papel de brown Eso sí, el papel del estadounidense es el que aún no termina de estar claro. Fichado para ser la referencia ofensiva entre los jugadores de perímetro, al menos porque es el que tiene más capacidad de desborde, ayer fue el primer cambio sin haber llegado a los cinco minutos de juego, quizás porque descuidó en un par de ocasiones la marca de Marc Blanch. Y tardó en volver a la cancha para hacerlo con el freno de mano echado. Y cuando es así, Brown pierde muchas de sus virtudes. Se supone que con más velocidad en el juego el, pese a todo, máximo anotador del equipo tiene que brillar, pero aún se espera el día en el que explote en todo su esplendor. Parece todo un poco contradictorio y quizás solo es el resumen de una temporada a la que aún le queda mucha miga.