La Gran Vía de Bilbao volvió a ver este lunes por la mañana pedalear a Igor Antón, el mismo que en 2011 levantó los brazos en esa avenida tras ganar una etapa de la Vuelta. Esta vez, sin cronómetro ni rivales, rodó a otro ritmo, el de quien disfruta del camino y transmite su experiencia a nuevas generaciones.
Con el maillot amarillo del Galdakao Txirrindulari Elkartea -Gela-, la escuela donde entrena a más de cuarenta jóvenes, Antón mantiene intacta su conexión con la bicicleta. “El ciclismo no es mi pasión, es mi vida”, resume el exciclista, que ahora dedica su tiempo a enseñar y a fomentar el respeto en el deporte y la seguridad en la carretera.
Cantera con futuro
“No veo la bici solo como un deporte, sino como un valor”, asegura. En su escuela, los niños y niñas comienzan desde los cinco años y no salen a la carretera hasta los doce. “Les inculcamos responsabilidad y precaución, queremos que disfruten sin riesgos”, ha explicado este lunes aprovechando la presentación de la Bicicletada.
Dos tiradas largas por semana
Antón continúa entrenando un par de veces por semana. “Me gustaría salir más, pero me adapto al ritmo de los alumnos”, admite. Destaca el avance de Bizkaia en la creación de bidegorris y en la conciencia sobre movilidad sostenible, aunque advierte que aún “faltan conductores que respeten el metro y medio de distancia”.
Para el corredor de Galdakao, la bicicleta tiene también un gran valor pedagógico. “Es bonito ver cómo gana presencia no solo en la competición, sino en las calles”, dice. Reconoce que no echa de menos competir, pero sí “la emoción del pelotón”. Ahora su meta es otra: formar a quienes vienen detrás. “Ver a los niños pedalear con ganas es la mejor victoria”.
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