Reggio Emilia es una ciudad a tres colores. Verde, blanco y rojo. La Ciudad de la Tricolor. Fue en Reggio Emilia donde se adoptó, en 1797, la bandera que posteriormente se convirtió en la bandera nacional de Italia. El rosa es la otra bandera de Italia. En ese rosa convergen todos los colores. De rosa continúa Juanpe López, que abandera el Giro de Italia. En la tricolore se envolvió Alberto Dainese. Tejió la bandera del triunfo al esprint con una remontada excepcional.

Dainese deshilachó a Démare y a Gaviria, que se creía vencedor porque había anulado al francés. Otro chasco para el colombiano, que no hace tanto venció en la misma ciudad. Gaviria no es el de antes. Trata de reconocerse frente al espejo. Se atasca en los esprints Gaviria, al que le duele la confianza. En Reggio Emilia parecía que iba a alinear los astros de su estrella, pero al final salió de la órbita de la gloria. Le eclipsó Dainese, el turista accidental. Nadie le esperaba. Gaviria se quedó con cara de pasmo. Dainese, lanzado, chapoteó de felicidad y esquivó el corcho en la ceremonia de podio. La organización quitó el corcho del champán. Una medida para evitar accidentes tras el abandono de Girmay, víctima del corchazo.

Elevada la anécdota al estatus de categoría, en el Giro, la atención la concentraba el champán de las celebraciones, los corchos malditos que vuelan y dañan. Uno de ellos cegó la carrera de Girmay, que anunció su retirada por el impacto del tapón en el ojo izquierdo. Antes, los corchos rozaron a Van der Poel, Bouwman y Juanpe López. La gloria es peligrosa. Ganar, una amenaza en la Corsa rosa. La botella, grande y pesada, de tres litros, es complicada de manipular. Debido al peso de la botella, esta se deja en el suelo. Esa circunstancia no ayuda, desde luego.

Girmay estaba en la trayectoria del corcho que dañó su ojo, aunque afortunadamente no golpeó el globo ocular. “Una botella pequeña la puedes coger con las manos y abrirla apuntando lejos, pero esta del premio es tan pesada que la abren dejándola en el suelo… En la fórmula 1, para evitar estos problemas, les dan las botellas ya abierta”, expuso el director del Intermarché, el equipo de Girmay. Sin embargo, rodar en un pelotón a altas velocidades sin la certeza absoluta de una correcta visión, es una temeridad. Por precaución, Girmay abandonó.

CARAPAZ RASCA TRES SEGUNDOS

Carapaz no tiene ninguna intención de hacerlo. El ecuatoriano, competitivo al extremo, puja por todo porque quiere coronarse en Verona por segunda vez. Rebañó tres segundos de bonificación en un esprint intermedio en la llanura. Nunca se sabe dónde se agarran las solapas del Giro. Después de que en el Blockhaus se esprintara en grupo entre los favoritos, manda la igualdad. Carapaz buscó ventaja donde nadie lo esperaba.

Tan apretado como está todo, un asunto de segundos, de instantes, que el campeón olímpico recolecta tiempo donde florece. Enroscó tres segundos el ecuatoriano que le hicieron saltar dos posiciones. Es segundo ahora tras adelantar a Bardet y Almeida. La maniobra de Carapaz tiene dos lecturas. No está tan seguro de su fortaleza o, por el contrario, le sobra y no le importa gastar un poco para ganar el futuro. Una inversión a plazo fijo. Roglic tiene la tendencia de sumar siempre que puede. Carapaz le emuló en una de esas jornadas de transición en las que es más fácil perder algo en algún recoveco de la carretera que ganar.

INTENTONA DE DRIES DE BONDT

El neón de la tensión nunca duerme, más cuando acelera el nerviosismo de los finales que invocan al esprint, la reunión de la velocidad, los codos, el vértigo y el arrojo suicida. Igual que las botellas de champán en el podio, las rotondas no contribuían a la calma. Dries de Bondt prefirió ir en solitario. Se soltó del orden del pelotón. En el grupo se instauró la arquitectura de la jerarquía. Las columnas de equipos, enfilados, en paralelo, en formación, atentas y temerosas.

Nadie cedía ni un palmo, más en lugares revirados, donde florecían los nervios y los nobles buscaban salir indemnes. De Bondt no se rindió. Le guillotinaron a falta de un kilómetro. Configurado el esprint, Cavendish no pudo con Démare, el primero en acelerar. Ewan tampoco pudo. Pólvora mojada. Gaviria descontó a Démare e interpretó que la victoria era suya. Se equivocó. Dainese, camuflado varias posiciones más atrás, apareció de repente y le adelantó sin contemplaciones. Eclipsó a Gaviria para abanderar la primera victoria italiana de esta edición. Dainese se descorcha en el Giro.