“Entre todos hemos constatado un riesgo 5/5 en la escala europea de aludes”, advertía días atrás Alex Txikon, después de sufrir cerca de 72 horas de constantes nevadas que obligaron a su expedición a retornar al Campo Base una vez equipada la ruta de ascenso al Manaslu (8.163 metros) hasta el Campo 2. El grupo regresaba así a la casilla de salida, con la obligación de retirar nieve a paladas para adecentar de nuevo el Campo Base (4.900 metros), donde los alpinistas permanecieron hasta amainar el temporal.

Después de horas de intenso trabajo y aprovechando una pequeña ventana de buen tiempo, el equipo emprendió de nuevo la ascensión alcanzado el Campo 1 (5.800 metros), donde los expedicionarios pasaron la noche del martes, una noche “muy dura”, de “mucho frío” y también de máximo riesgo, como acredita Txikon: “Creo haber contado unas ocho avalanchas”. Palabras que verifican la predicción de aludes realizada días atrás y que atañen a la prudencia que se debe tomar tras las intensas nevadas.

De este modo, Txikon volvió al punto de partida, a las faldas de un Manaslu que apenas está dando coartada al equipo formado por Txikon, Iñaki Álvarez y Simone Moro y que está trabajando en colaboración con otras dos expediciones que tratan de firmar la primera ascensión puramente invernal al octavo ochomil más alto del planeta. El futuro próximo tampoco es halagüeño. “El pronóstico meteorológico no da tregua, parece que vuelve la nieve durante unos días”, anticipa en su último parte informativo Txikon, quien a pesar de ello asegura que “aun así estamos animados y con ganas”.

Txikon se muestra optimista, entre otras razones, porque en su anterior intento de ascensión al Manaslu, que fue el año pasado, la llegada al Campo Base se produjo el 13 de de enero, mientras que esta vez llegó el 21 de diciembre. De modo que todavía se mantiene un margen con respecto al ataque previo a la cumbre.